Hablaré en primera persona. Mis penas son mías, no "Nuestras"
A principios de octubre la municipalidad, en un programa de arborización de esta población plantó frente a mi casa dos acer, son esos árboles que producen una semilla que cae girando y los niños llaman helicópteros. Jovenzuelos delgados cuyos troncos eran un poco más gruesos que un palo de plumero, altos, un metro sesenta, luciendo en su punta unos penachos de hojas del verde más hermoso que he visto. Si durante el día el sol había amenazado con alumbrar, en la tarde dejaba caer un balde de agua a cada uno. A fuerza de obligarme al silencio, por temor al que dirán, no los saludaba y no les decía que estuvieran tranquilos, confiados, que estaban en una colectividad de gente de bien y el futuro de ellos era, sin la menor duda, de crecer, echar cuerpo, entregar oxígeno y producir semillas. Serían por muchos años unos árboles felices.
Una infausta mañana mi joven amigo, el arbolito más alejado de mi puerta estaba quebrado a unos sesenta centímetros de su punta, los pedazos asesinados arrojados a la vereda y a la acera y el palo tutor robado. A la mañana siguiente el mutilado denunciaba un nuevo atentado y estaba un poco más bajo.
¿Que sugiere usted que diga acerca del autor de tan deleznables hechos?
No es fácil. No existen términos que puedan usarse con un irracional con figura humana. Piense usted en todos, todos los irracionales. Imagine usted perros, gatos, lobos, caballos, vacas, cerdos, lo que usted quiera, quebrando un árbol. La figura no se da, no puede darse. Sólo nos queda un animal, inferior en la escala zoológica, con figura humana.
Si nació humano con todos sus atributos, eso no lo se, no puedo saberlo, y ahora obra así, no es responsable, no recibió en su infancia la educación que le correspondía. Si se sorprende es injusto castigarlo, es una bestia sin nociones del bien y el mal. Si no se toman medidas seguirá causando daños irresponsablemente.
He ahí un problema para los entendidos.
Tiemblo por lo pueda ocurrirle al otro jovenzuelo, indefenso. Si se le acerca su enemigo, la bestia con figura humana, él no podrá huir, es un arbolito y por ello plantado a la tierra, y en el mes que lleva frente a mi puerta ha crecido y echado en su extremo superior una quincena de cortas ramitas todas llenas de hojas. La bestia tiene a su disposición una belleza en figura de árbol para causarle el daño que le plazca cuando sus malos instintos lo inciten.