Un Retrato para Mi Madre
Tarde de invierno, fría, cielo oscuro, sin estrellas, la luna ausente hace aún más opaco a Andacollo, mi pueblo natal. Entré a la iglesia donde se honra a la virgen morena, la Chinita en el lenguaje de sus amantes hijos.
Hincada ante su altar le pedí un milagro grande, ver en mi imaginación a mi madre en la época de su juventud. De pronto me sentí transportada en el tiempo y lugar, vi a mi madre tan hermosa como una reina. Recordé que momentos antes la había visto con su espalda encorvada por el paso de los años. Así mi madre en sus 99 años llegó a una ancianidad tranquila, alegre y con ganas de vivir. Luce sus canas con nobleza y orgullo.
Volví a la realidad presente, miré con amor a la virgen suspendida en su altar y le pedí que me conservara dándome más tiempo para enmendar ingratitudes y olvidos. Habemos hijos que tardamos en comprender que la madre es un ser sublime capaz de perdonar ingratitudes y más allá de esto es un caudal de amor y ternura. Entrega todo por los hijos.
Madre mía: mediante este relato te brindo un homenaje y pido estar en tus últimos años junto a ti. Me gustaría ser pintora para plasmar tu retrato en un lienzo y tenerte siempre conmigo.
Reconociendo mis errores, que fueron muchos, pasando la juventud, madurando, comprendo que marcho con paso rápido a la tercera edad y percibo que es lindo vivir, que los desengaños y fracasos forman parte de la existencia.
Simona Milla, cuando dios decida llevarte al cielo, lugar que tu mereces por tus obras aquí en la tierra pido ser yo quien cierre tus ojos teniendo en la mene y en el corazón tu imagen. Que me dio la virgen de Andacollo. ¡Tan hermosa como una Reina!
La Coquimbana
N. de la R. En este momento Simona Milla, con 106 años de edad, cumple con las condiciones que Dios dispuso para ella en su tránsito de la tierra al cielo.
Hincada ante su altar le pedí un milagro grande, ver en mi imaginación a mi madre en la época de su juventud. De pronto me sentí transportada en el tiempo y lugar, vi a mi madre tan hermosa como una reina. Recordé que momentos antes la había visto con su espalda encorvada por el paso de los años. Así mi madre en sus 99 años llegó a una ancianidad tranquila, alegre y con ganas de vivir. Luce sus canas con nobleza y orgullo.
Volví a la realidad presente, miré con amor a la virgen suspendida en su altar y le pedí que me conservara dándome más tiempo para enmendar ingratitudes y olvidos. Habemos hijos que tardamos en comprender que la madre es un ser sublime capaz de perdonar ingratitudes y más allá de esto es un caudal de amor y ternura. Entrega todo por los hijos.
Madre mía: mediante este relato te brindo un homenaje y pido estar en tus últimos años junto a ti. Me gustaría ser pintora para plasmar tu retrato en un lienzo y tenerte siempre conmigo.
Reconociendo mis errores, que fueron muchos, pasando la juventud, madurando, comprendo que marcho con paso rápido a la tercera edad y percibo que es lindo vivir, que los desengaños y fracasos forman parte de la existencia.
Simona Milla, cuando dios decida llevarte al cielo, lugar que tu mereces por tus obras aquí en la tierra pido ser yo quien cierre tus ojos teniendo en la mene y en el corazón tu imagen. Que me dio la virgen de Andacollo. ¡Tan hermosa como una Reina!
La Coquimbana
N. de la R. En este momento Simona Milla, con 106 años de edad, cumple con las condiciones que Dios dispuso para ella en su tránsito de la tierra al cielo.
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