martes, agosto 04, 2009

Viejitos Adultos Mayores de la Tercera Edad ¡Atención!

No soy un científico ni un especialista, solamente un lector cuidadoso y en este artículo relato lo que me ha sucedido, lo que he investigado en Internet y algunos comentarios personales.
Atención a los contradictores que pueden hacerse presentes, entre ellos podrá estar algún sincero partidario de la verdad que vea lo que yo no he visto, los que tengan intereses en la industria de los alimentos y los infaltables contradictores que preguntan ¿De que están conversando “pa” oponerme?
Se me puede acusar de alarmista. Estoy en busca de la verdad porque veo posibilidades ciertas de daños al adulto mayor, si por ello algunos se alarman podría significar que están dispuestos a cuidarse y eludir posibles riesgos por acciones que están echando dinero en bolsillos ajenos. El punto de partida de todo esto fue que me “pillé” a mi mismo comiendo grasa de cerdo engañado por etiquetas que lucían las palabras Ave y Pollo en caracteres destacados.
El uso continuado y a veces cotidiano de algunos vocablos nos lleva a perder de vista la real importancia de su significado, como ocurre con la palabra Vital: indispensable para la vida. La sucesión de nuestros “vitales” son 1º-aire, 2º-agua y 3º-comida. Con relación a este tercero nuestro el descuido es francamente deplorable, por lo común tragamos lo que sea si está contenido en sobres, cajas, tarros o frascos siempre que su sabor sea de nuestro agrado.
Me gusta reforzar muchos sabores agregando ají. El comino y la pimienta los desterré hace bastantes años cuando en una revista leí que los países latino americanos con menor incidencia de úlceras gástricas y de padecimientos digestivos en general, eran Perú y México que lucían la característica de ser los mayores consumidores de ají. .Deduje que por algo la naturaleza nos provee a nosotros de ají y a los asiáticos de esas especias. Acostumbro agregar a mis comidas crema de ají que venden en frascos de 240 gramos y me preocupó la lista de sus ingredientes, que usted puede verificar si se ayuda con una lupa y tiene el interés, que nos convendría tener, por informarnos en lo qué estamos metiendo al interior de nuestros cuerpos.
Ají rojo chileno, sal, vinagre, Carboximetilcelulosa, Ácido cítrico, Benzoato de sodio, Sorbato de potasio, Metabisulfito de sodio, Ácido ascórbico, Colorante natural caramelo.
Para comer ají debo tragar nueve, ¡nueve! agregados, algunos con nombres impronunciables de elementos absolutamente desconocidos, Para leer la información debí usar una lupa. ¿Me hago problemas cuando basta comer ají natural? En este caso particular tengo otra solución, comer ají tal como lo comieron Lautaro, Caupolicán, Fresia y Guacolda, se vende con el nombre de merkén, ají cacho de cabra molido asociado con cilantro. Esta vez no es un agregado de laboratorio, es una combinación de dos vegetales naturales. Esta solución natural y agradable no está presente en cientos de alimentos procesados en fábricas y cabe preguntarse ¿son todos esos agregados inofensivos a todas las personas en el corto y el largo plazo? ¿qué explicación tiene para nosotros, legos en estos menesteres químico-alimentarios a la vez que consumidores casi obligados, el aditamento de tales productos industriales?.
Por desgracia no todos los alimentos de preparación industrial tienen un merkén de alternativa.
Una ligera información de los nueve químicos que he estado tragando porque deseo comer ají:
La carboximetilcelulosa se usa para mejorar la dispersión de la arena en el cemento. Se usa con los detergentes para evitar que la grasa eliminada de los tejidos vuelva a pegarse en ellos. La usa la industria papelera, la agricultura en pesticidas, esta presente en adhesivos, cosméticos, plásticos y un sinfín más.
En los alimentos se usa para espesar. Esto significaría que al ají le echarían agüita para que cunda y luego lo espesan con carboximetilcelulosa para hacerme leso.
Para no repetir la palabrita diremos la CMC no es metabolizada por el cuerpo humano, viaja por dentro de nosotros engañándonos y sale tal cual. Espesa helados, tortas, postres, mayonesas y la lista es larguísima
Si he interpretado bien, sólo así, la CMC es una forma de almidón vegetal. Esto tranquiliza en cuanto a toxicidad . Lo del engaño, aumentar los volúmenes ya lo comentamos.
El ácido cítrico se usa como antioxidante, se obtiene, principalmente, de limones y naranjas.
El ácido ascórbico es vitamina C, también se usa como antioxidante.
El Benzoato de Sodio es conservante de alimentos. Tóxico en cantidades elevadas. Mata la mayoría de las levaduras, bacterias y hongos.
Usado junto con el ácido ascórbico puede formar Benceno que es productor de cáncer.
El Benzoato es peligroso por dos lados. Tóxico en cantidades elevadas, indudable que cada alimento porta una cantidad autorizada. El asunto es que podemos comer varios distintos alimentos con Benzoato durante el día y durante varios días y la suma resultar elevada y peligrosa.
Combinado con vitamina C puede formar el cancerígeno Benceno. La salsa de ají en crema que comento lleva ambos, Benzoato de sodio y Acido ascórbico. El funcionario que autorizó esta mezcla está jugando a la ruleta rusa con los consumidores que le pagan el sueldo. Para que la transformación de Benzoato a Benceno ocurra deben concurrir calor, luz y exceder fecha de vencimiento. El frasco que estoy consumiendo estaba a plena luz en la estantería y el ambiente no era de refrigerador.
El Sorbato de Potasio es conservante matahongos y matabacterias. No encontré descritos daños al organismo humano...
El Metabisulfito de Sodio de amplio uso industrial, al igual que la carboximetilcelulosa y otras de las substancias agregadas a mi crema de ají se usa como antioxidante en la preparación de vegetales y jugos de frutas.
Es irritante para los ojos y las mucosas.
Inhalado causa daño al estómago e intestinos.
En personas asmáticas o sensibles a esta sustancia causa alergias.
El Colorante Caramelo Se le añade la palabra “Natural” en circunstancias que cada alimento trae su propio color. Se obtiene calentando alguna forma de azúcar. .Su uso está autorizado casi sin limitaciones.
En algunas combinaciones y condiciones de preparación puede producir un componente tóxico que afecta al sistema inmunológico. En lenguaje cotidiano es: bajar las defensas del cuerpo.
Note que lleva varios minutos leyendo de un alimento que siempre usamos natural, freso o seco, solo o asociado a otros alimentos, si al sencillo ají le agregan nueve Quím. ¿Qué ocurrirá con la enorme variedad que la industria prepara para que traguemos? Parece que está siendo absolutamente necesario un cambio de actitud nuestra en los templos del consumismo. Portar una lupa y esforzarnos por leer lo que informan los envoltorios, reclamar por los ilegibles. Cambiar impresiones y conocimientos acerca de los alimentos estamos adquiriendo para meter dentro de nosotros. Hacerlo todos en todos los supermercados. Convencer a los parlamentarios que la ley que dispone informar a los consumidores se burla de nosotros, y de ellos, con el tamaño de la letra, con las combinaciones de colores en la impresión que imposibilitan la lectura, que el uso de nombres químicos impronunciables y absolutamente desconocidos hacen desistir de la lectura.
Cuando se perfeccione la ley, ¿Por qué debe y va a perfeccionarse ¿verdad? conversar los legisladores con la ciudadanía, surgirán ideas prácticas y útiles. No sabemos como pueden llamarse nuestros representantes si el contacto es inexistente. Cuando se fijen las nuevas reglas respecto a tamaños de las letras y la combinación de colores recordar a los muchos miles de adultos mayores de mala vista y “poca lectura” Hay miles y miles cuya instrucción quedó en cuarta preparatoria porque ese era el límite de la escuela, aún así deben ser informados si lo que compran para comer los pone en algún riesgo. Ellos igual son contribuyentes, también aportan para cancelar sueldos parlamentarios. ¿De mal gusto esta frase? De un estudio acucioso puedes salir la determinación de impedir el uso tan amplio de los conservantes y antioxidantes, menor duración en los plazos de vencimiento anteponiendo el interés humano al interés fabril.