Necesaria advertencia.
Un soldador al arco no protegió su vista adecuadamente del resplandor, quedó ciego, prácticamente quemó paulatinamente su vista. Desde luego su vida de no vidente es muy otra de lo que sería si viera y esa no videncia afecta permanentemente a su familia, amistades, vecinos y hasta quienes se cruzan con él en la calle.
Ya se ve donde queremos llegar. El oído humano tiene una frontera estimada en 90 decibeles, más allá de esta cifra comienza a dañarse. Es posible que ustedes piensen: a mí no me pasa nada, puedo escuchar el doble y más de esa cifra y sigo oyendo igual Si nos golpean o hieren, nos atropella un vehículo o sufrimos una caída padeceremos un daño inmediato y visible. En el caso de los sonidos el daño no es visible ni perceptible por ninguno de los sentidos pero, no lo duden se produjo y quedará para sumarse con el siguiente daño. Intentaremos explicarlo.
Maravillas de la naturaleza: La materia tiene tres estados físicos, ustedes saben, sólido, líquido y gaseoso. Otra de las maravillas de la naturaleza es el sonido, sus ondas se transmiten en esos tres medios y para que el ser humano los escuche pasa por los tres medios, por el aire desde la fuente productora hasta el tímpano, que es sólido. El tímpano lo transmite a otros órganos sólidos, una cadena de huesecillos que a su vez lo transmite a un medio líquido, la perlinfa que a su vez lo transmite a los cilios, que son sólidos. ¿Ven ustedes donde el exceso de ruido está golpeando? El daño se produce en la superficie de los órganos descritos, la próxima y la próxima el daño aumenta y termina por matar esas superficies y continuará con las células que subyacen. Estimados jovencitos, ahora tienen los conocimientos básicos para cuidar sus oídos y deleitar, cuando sean adultos mayores, a sus amigos de ahora que también lo serán. No hacerlo los llevará a repetir la anécdota del sordo que contestó: “No gracias, ya compré” y le habían preguntado si llovería mañana.