Chocherías, con gratitud y legítimo orgullo, obsequió a Evelyn Arévalo Salgado una placa con esta inscripción porque en la fecha citada ella rindió su última prueba para ser titulada “Ingeniera en Gestión Informática”
Cuando ella tenía 13 años de edad Chocho el Viejo aún era el practicante Flores, jubilado, que atendía algunos, pocos, enfermos privados y fue requerido para hacerse cargo de la atención de uno de los tantos daños crónicos irrecuperables que afectan al ser humano en edad avanzada. El enfermo era don Oscar Arévalo, abuelo de una jovencita de corta estatura, de sonrisa contagiosa, de tremenda capacidad de comunicación por medio de las palabras, gestos y actitudes corporales. Daba la impresión de estar rodeada de un halo de amistad hacia el mundo entero. Esperaba al practicante, los días fijados para atención, una cada quince días a través de varios años, nunca le importó lo adusto o seriote y reconcentrado del viejo que atendía a su tata; lo recibía con un beso y estaba atenta a despedirlo entregándole patillas de alguna planta, dándole instrucciones de cómo hacer para plantarla, regarla, abonarla, quitarla o ponerla al sol o a la sombra. Una vez le obsequió una verdadera rareza: una rama de trébol de cuatro hojas. Otras veces le ponía un caramelo en la mano. Siempre se empinaba para dar o recibir un beso de despedida.
En una ocasión y por alguna razón olvidada ésta pequeñita introdujo el tema de la computación. Evelyn manejaba el suyo con soltura y Flores sentía una irrefrenable curiosidad, gran temor y una sufrible impotencia por no tener como ni por donde meterse en los dominios de esa creación de la inteligencia humana superior, compuesta por pantallas, teclados y más componentes cargados de misteriosas proyecciones. Si esa niñita podía porque él no… …Si es verídica la teoría de que el destino todo lo nuestro lo decide con anticipación el destino nos estaba preparando para que hiciéramos Chocherías, esas hojitas que usted tiene en sus manos, que algunos leen con interés y otros dejan en cualquier lugar para ver “Cuando tengan tiempo”
El boletín soñado por Chocho el Viejo y que veía como irrealizable era una hoja tipo oficio doblada por la mitad, lo que daba cuatro páginas. Material, temas para llenar las páginas los había a montones, la vejez es el extremo de un largo camino con éxitos y frustraciones, esperanzas realizadas y otras perdidas. Comparar lo que fue con lo que es en tantos aspectos. Asuntos a publicar no faltarían nunca y usar el computador como máquina de escribir y su impresora podía hacerse, con caídas y tropezones pero todo salía.
Encuadrar lo redactado y adornarlo con imágenes era, sencillamente, imposible. Se necesitaba conocimientos que Chocho el Viejo estaba lejos de poseer y se reconoció incapaz de aprender. En algo debe hacerse notar la vejez. Recuerda a la niñita de las plantitas y llama a Ramón, su padre, le pide lo reciba para exponerle un problema que tiene y éste, tan pronto conoció de que se trataba llamó a Evelyn, ya no una niñita sino una jovencita de veintidós años a quien, preocupada por introducir en su cabeza los conocimientos de computación, saber y practicar crianza de peces, pájaros, tortugas y caracoles, bordar y hacer flores y adornos en diversos materiales se había olvidado de crecer. Ella dice: “No es que sea chica, es que mis células están más juntas” Ambos, Ramón y Evelyn “se vuelan” con el asunto “boletín” y se lanzan en demostraciones en blanco y negro y en color de lo que podría ser un futuro boletín. Chocho el viejo, tan perdido como si de una selva umbría lo transportan a una balsa en medio del mar y de ahí se encontrara en un viaje interplanetario lo único entendible que cogió era que Evelyn iría a su casa, le fijó fecha y hora que debió volver a preguntar por teléfono.
En la primera sesión dispone dentro de las páginas el material que llevará el boletín y pide tener fotos de grupos de Los Años Dorados. En la segunda sesión hace cosas increíbles. Las fotos aparecen en la pantalla del computador, las caras ¡sólo las caras! aparecen copiadas fuera de las fotos y pregunta ¿Están todos los socios y socias? No, Evelyn pero de los que faltan no tengo fotografías. Bueno, las remplazaremos con un monito. Estamos listos tata, encienda la impresora. Lo hago como en sueños, no puedo creer lo que está ocurriendo ¿Ya va a salir un boletín?
Me entrega el primero ¡Con la cara de una socia! ¿Qué le parece, como lo encuentra? No acostumbro desmayarme pero me sentí mareado, tenía en mis manos mi sueño muy, muy mejorado y antes de que me recupere me pasa otro, ¡con otra cara! y así cada uno con una cara diferente. El primer martes de septiembre del 2003 la mayoría de socios y socias de Los Años Dorados recibió la primera ¿Chocherías? con su propia fotografía en la primera página.
Para ¿Chocherías? de octubre exigió crecer a ocho páginas y en noviembre a doce. Al argumento “nos vamos a quedar sin material” la respuesta siempre fue “Usted puede tata, yo también y le pediremos ayuda a Internet” En abril del 2004 implantó una modificación importante: la primera página la destinó a títulos breves que anunciaban el contenido interior. Entre nosotros hablamos de “la portada”
Evelyn: Los Años Dorados te Agradecen, Chocho el viejo también y te pide que cumplas con la misión para la que fuiste enviada al mundo: Realizar, realizar y realizar, cosas buenas, provechosas y positivas. A Seguir.