martes, enero 03, 2006

Lenguaje y Palitroque

En 1947 llegue a trabajar al mineral “El Teniente” y comencé a conocer otro mundo, lo nuevo y distinto me obligaría a un relato que ocuparía un sinnúmero de boletines. Entre todas ellas, a los pocos días presencié una partida de palitroque, dije juego y me advirtieron “Es un deporte” Lo puse en duda pero ese no es el tema hoy. El tema es el lenguaje. En la fachada del edificio se leía “PALITROQUE”
Los estadounidenses dirigentes del mineral trajeron su entretención favorita llamada bowling en su país, le buscaron una palabra equivalente en español y así foráneos y nativos siempre, siempre dijeron palitroque. Hubo canchas para su práctica en Sewell, Caletones y Coya. Tuvo muchos adeptos de ambos sexos.
En noviembre de 1972 se realizó en “El Teniente” un campeonato nacional con asistencia de Chuquicamata, El Salvador, Potrerillos, Punta Arenas, Sewell y Coya. Además asistió un observador enviado por Talca que no se consideró con jugadores capaces de competir en un nacional.
En varones ganó el título el equipo de Coya y su capitán, Guillermo López obtuvo el más alto promedio nacional, fue campeón de Chile
En damas las celebradas Panzers de Chuquicamata fueron lejos las mejores.
El entusiasmo por recordar el pasado traiciona a Chocho el Viejo; empezamos hablando de lenguaje, volvemos a él.
El vocablo “bowling” sustituyó a “palitroque” cuando en el barrio alto de la región metropolitana se instalaron, creemos que en la década de los ochenta del siglo pasado unas modernísimas canchas con sistemas automáticos de recogida y reinstalación de palos. Gustó la palabra inglesa, se desconoció el respeto que por nuestra lengua española mostraron los estadounidenses cuando inscribieron con grandes letras “PALITROQUE” en el edificio que ellos levantaron y destinaron a la práctica del juego.
El elegante edificio del barrio alto metropolitano lució BOWLING en su fachada y quedó decretada la muerte del vocablo palitroque porque todos los jóvenes y niños conocen y conocerán la extranjera como si fuera propia. Una palabra ¿Qué importa? ¿Una? Ya son cientos los extranjerismos que han desplazado a nuestros propios vocablos.
Lenguaje tiene más que decir, hasta la vista.