Recordando

Mi madre pregunta a una vecina: - ¿Que está haciendo para adelgazar, Altamira? Respuesta
– Ah, Zoilita, pensé, descubrí y me establecí un régimen personal y usted me ve, dice poniendo ambas manos en su cintura, pulgares hacia adelante con un suave balanceo giratorio.
Mi madre, expectante, le pide con un gesto que aclare.
- Mi régimen consiste en porotos, un cuarto kilo y chancho, todos los días, y pone una cara divertida y maliciosa ante la sorpresa de la Zoilita, que prefiere guardar un cauto silencio, sin duda Altamira está de pitanzas. Ésta continúa:
- El cuarto de kilo de porotos lo esparramo en el salón, los recojo uno a uno y el chancho lo paso por todas las piezas, yo adelgazo y el piso brilla.
Salón se denominaba la dependencia hogareña que ahora es living. Las familias que lo tenían habían logrado ascender un peldaño en la escala social. El chancho, instrumento antecesor de la lustradora eléctrica que se denomina “enceradora”, consistía en un pesado bloque rectangular de fierro que aplastaba a un escobillón de fuertes cerdas y por su centro se unía con una articulación de bola a un sólido mango del mismo largo que las escobas. No cabe duda que su uso cotidiano contribuía eficazmente a la delgadez. Ahora preferimos portar nuestra obesidad a las ventanillas donde se cancela la cuenta eléctrica.
Por favor estimado lector, no considere esta última frase, la incluyó Tontín en un descuido nuestro.