martes, enero 01, 2008

Viejo Cuerpo. Autora Soledad.

El hígado está enfermo y se lo comunica a la vesícula - ¿Cómo? le dice ella - si la enferma soy yo. – Es el remedio, le contesta el hígado, le recetaron al riñón derecho y me hizo mal a mí.
-¡Que contratiempo! – Cada vez que hay asado yo me inflamo.
-Y yo es lo mismo. ¿Recuerdas que cuando éramos jóvenes no nos dábamos cuenta, en cambio ahora andamos todos mal. Me contaba el estómago que tuvo que tirar todo hacia fuera, no resistía más. Las empanadas, la cerveza, el ají, el repollo y el vino.
-Igual me pasa a mi dijo -gordo colon, (se dice cólon) -bueno como se diga a mi me da lo mismo.
El riñón pegó un grito y dijo – para colmo me llevaron en micro y me golpearon tanto que provoque cistitis y estoy terriblemente preocupado pues casi no me mira la vejiga
Y piensa la cabeza – Menos mal colegas que ya descansaremos cuando se muera esta pobre vieja. -¡No me dejen atrás! – Dicen las piernas – no me dejan andar estos malditos várices. - ¡Que me dices a mi! Dicen los pies, si apenas ando con los callos.
¡Hay hijos, no se quejen!, miren las manos, - la artritis no me deja, ya no puedo tejer, ni bordar puedo.
Se sonrió la boca y se abre inmensa - ¡Miren adentro! No me queda ni un diente. Antes comía pan y carne, ahora sólo leche. Abrase visto, si parezco la boca de un bebé.
-¡Cállense, por favor, quiero silencio! Me estoy muriendo – dicen los oídos.
¿Dónde están los anteojos! Saben que yo no veo ¡¡¡Ventanitas al cielo!!! Así decía el hombre que creyó que el amor era eterno.
-Abuelita -¿Has visto la peineta? – No hijita, ¿Para que la quiero, si estoy casi pelada? Se me ha caído casi todo el pelo.
Va quedando el pulmón, el que ayuda a vivir hasta el último. – Ya no tiene razón el soplar tanto si los demás se mueren; no tiene caso el seguir inflando, mejor me quedo quieto escuchando cual de las presas dirá la última queja. –Fui el primero en llegar, inflé y el bebé grito fuerte. – Fue mujer, dijo el doctor y ahí empezó lo que se llamó Vida. Duró bastante y desde ese instante no dejé de ayudar a esta viejita.Un enorme ramo de gladiolos rojos no me cabía en los brazos