Mi papá. Autora Martuca.
Me parece ver a ese hombre de 130 kilos y 1,90 m. de estatura, grande, fuerte y que se hacía respetar como administrador de fundo. Su alma era de niño.
Como no recordarlo en cuclillas jugando a las bolitas con nosotros, viendo como nos podía hacer trampas y su risa contagiosa y sonora cuando lo lograba o cuando nos acusaba a mi mamá diciendo: - mire Edelmira como están los chiquillos, ella nos retaba y él sonreía.
Esas lejanas tardes de invierno cuando a la orilla del fuego se ponía a hacer cabritas y la algarabía cuando empezaban a saltar al tostarse. Él era el más feliz con la alegría de sus hijos, éramos siete hermanos. Ese era mi papá, hombre generoso, amigo y compinche de sus hijos y hoy, a más de setenta años su recuerdo está aquí en mi corazón por siempre.
Como no recordarlo en cuclillas jugando a las bolitas con nosotros, viendo como nos podía hacer trampas y su risa contagiosa y sonora cuando lo lograba o cuando nos acusaba a mi mamá diciendo: - mire Edelmira como están los chiquillos, ella nos retaba y él sonreía.
Esas lejanas tardes de invierno cuando a la orilla del fuego se ponía a hacer cabritas y la algarabía cuando empezaban a saltar al tostarse. Él era el más feliz con la alegría de sus hijos, éramos siete hermanos. Ese era mi papá, hombre generoso, amigo y compinche de sus hijos y hoy, a más de setenta años su recuerdo está aquí en mi corazón por siempre.
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