martes, agosto 07, 2007

Momentos felices vividos

Cuando los mayores, nuestros mayores, mate en mano o veloz movimiento de palillos, brasero ardiente, sin humo, de por medio, con repetidos repartos de sopaipillas tan calientes que casi quemaban, nos contaban leyendas de la antigua ciencia ficción: Ogros, hadas, brujas, enanos, castillos encantados y príncipes triunfadores, nosotros, los niños de los años treinta intuíamos que la vida era felicidad, hasta cuando llegaba la orden: “A la cama”
Roster nos deleita con “El Poder de las Hadas.”

En un país lejano, hace muchos años, cuando aún existían las brujas y las hadas había un rey que tenía un palacio muy hermoso, con grandes prados y jardines donde crecían las flores más lindas de todos los países del mundo. El rey era bueno pero estaba dominado por la reina que era una bruja famosa por su maldad; ella siempre salía a recorrer las ciudades y los campos para engañar a las personas y llevárselas embrujadas para convertirlas en esclavas de sus campos y jardines. En esas tierras había muchos bosques donde trabajaban leñadores y entre ellos se encontraba una familia compuesta por papá, mamá y dos hijos. El menor se llamaba Juanito, era cariñoso, independiente y decidido. El padre y el hijo mayor fueron a cortar leña y dejaron a Juanito al cuidado de la mamá y de la casa. Pero Juanito también quería ir y fregó tanto la paciencia de la mamá que ésta terminó dándole permiso. Echó unas tortillas y un queso en una bolsa y una cantimplora con agua recomendándole cuidarse de la bruja, no mirarla ni escucharla. Juanito se despidió, asió su bolsa y fue rumbo al bosque para encontrarse con su papá y su hermano. Mucho antes de llegar al bosque tenía que pasar un río donde había un puente de cimbra, después de más caminar había un arroyo y cruzándolo se llegaba al bosque.
Juanito, antes de cruzar el arroyo vio a una anciana que venía con un atado de leña a sus espaldas y se apuró a encontrarla, la saludó, le tomó el atado de leña, la ayudó a cruzar el arroyo. La anciana le dijo que venía de lejos y tenía mucha hambre. Juanito se sentó a la orilla del camino e invitó a la anciana a comer tortilla y queso.
La abuela le dio las gracias y le dijo “Te voy a regalar algo para premiar tu buen corazón; antes te voy a pedir un favor, hay una princesa que está prisionera en el palacio de la bruja, está embrujada y convertida en esclava. Nadie la ha podido rescatar. Ella es la princesa Lucero. Su padre ha ofrecido la mitad de su reino a quien la rescate” “Tendrás que caminar mucho para llegar al palacio de la bruja y engañarla pidiéndole trabajo como jardinero, sin mirarla nunca a los ojos” “Toma estas tijeras y con ellas podarás plantas y árboles, lleva estas semillas y siémbralas, pasado un tiempo ellas florecerán.” “Cuando veas a la princesa Lucero corta una flor de esas y regálasela” “Ella reconocerá que es de su reino y te seguirá, toma esta peineta y si estás en peligro clávala en tierra y te ayudará y sacó de su bolsillo una varita y le dijo este es tu tercer regalo, cuídalo, esta varita es de virtud, lo que le pidas te lo dará, sólo agítala y pide.
Juanito hizo todo como le dijo la anciana, que era una hada buena y premió al muchacho por su buen corazón.
La bruja le tomó buena a Juanito y no lo vigilaba mucho.
El jardín florecía como por arte de magia. Un día encontró a Lucero, cortó la flor más bonita y se la dio. Lucero la miró y se tomó de su brazo, salieron caminando rápidamente fuera del jardín y corrieron para alejarse del palacio. La bruja los descubrió y los persiguió furiosa, ya los llevaba tan cerca que casi los alcanzaba. Juan tomó la peineta y la enterró en el suelo y siguieron huyendo. Donde fue enterrada la peineta se formó un bosque muy tupido. La bruja no pudo pasar pero inmediatamente se transformó en paloma, voló por sobre el bosque, los alcanzó y voló por encima de ellos para embrujarlos; Juanito alcanzó a tomar su varita mágica y pedirle que convirtiera a la paloma en una pluma, así ocurrió y el viento la elevó muy alto pero no cesaba de perseguirlos. Estaban cerca de la casa del muchacho, muy cansados y no se daban cuenta que la pluma estaba sobre ellos. Lucero no era capaz de correr más y Juanito la tomó en brazos para cruzar el puente. La pluma se les acercó peligrosamente cuando una ráfaga de viento la llevó hasta el agua, la pluma no pudo salir y la bruja se ahogó.
Lucero salió de su hechizo e igualmente todas las personas hechizadas. El rey les ofreció que se quedaran con él, ahora ganando un salario justo.
Juanito llegó a su casa y toda la familia salió a recibirlo. Pidieron algo de comer y la mamá puso en la mesa rico pan amasado y queso muy bueno. Juanito tomó su varita y le pidió un banquete digno de una reina. Estaban todos disfrutando del maravilloso banquete cuando llegaron los reyes padres de Lucero para regresarla al palacio real. Lucero pidió: “Padre, me casaré con mi salvador y toda su familia irá con nosotros al reino” Así ocurrió y a ellos se unió el hada que proveyó a Juanito con la peineta, la varita y el modo de usarlas.
Después de contarlo este cuento ha terminado.