Otra de Alfonsito
Alfonsito fue invitado nuevamente por la familia de Tina, ahora sería una cena. Llegó bien temprano jurándose no cometería ningún error. Esta vez le pidió a un amigo más educado que le enseñara a usar el servicio de mesa correctamente.
En casa estuvieron muy contentos de volver a verlo, Alfonsito no quería ni recordar la primera visita a esta casa.
A la hora de la cena habría carbonada y empanadas; lo habían hecho a propósito para evitarle problemas a él. Se sentó feliz a la mesa, no aceptó un vaso de ponche, se sirvió sólo un plato de caldo y una empanada, aceptó un café después del postre. Se levantaron de la mesa bastante tarde, estaba avanzada la noche, le propusieron que alojara en casa para su propia seguridad, al otro día se iría a la suya..
Alfonsito un poco avergonzado aceptó quedarse a dormir, conversaron un rato luego todos se fueron a la cama. A Alfonsito lo destinaron a una pieza al lado de la cocina. Se acostó, pero no podía dormir porque sentía mucha hambre, había comido muy poco en la cena. Como todos dormían nadie se daría cuenta si iba por otra empanadita a la cocina, había visto donde quedaron guardadas, estaban en un trinche de la cocina, se levantó y se dio cuenta que se le había cortado el botón de los fundillos, la mamá se los hacía de saquitos quintaleros, eran más durables y calentitos, los sujetó con una mano, con la otra abrió despacito la puerta de la cocina, fue al trinche y abrió el cajón donde estaban las empanadas, sin mirar dentro metió la mano y ¡zaz! Una trampa ratonera le cazó la mano, sin querer lanzó un grito, las niñas llegaron corriendo y se encontraron con el galán con todas sus intimidades al aire porque con el susto y por tratar de sacarse la trampa de la mano se soltó los fundillos los cuales cayeron al suelo dejándolo como Dios lo echó al mundo. Mientras una le sacaba la trampa la otra le subía los fundillos y la otra le decía: “Pobrecito, debe tener hambre y vino a buscar otra empanadita” Lo llevaron a acostar con un buen jarro de café y todos los empanados que quiso, le pegaron el botón y lo dejaron durmiendo llenito.
El día lunes muy temprano llamaron a la casa de don José, la señora, ya levantada, salió a ver quien llamaba tan temprano, eran unos policías que andaban reclutando jóvenes para el servicio militar, las niñas también se levantaron para ver que buscaban, el policía les preguntó ¿conocen a Alfonso Pérez? Una de las niñas contestó ¡Mamá! Es el joven que se cazó anoche y el policía contestó: Ah, si se casó anoche no sirve, nosotros sólo reclutamos solteros; Hasta luego, dijo el policía y se fue.
Así Alfonsito se libró del Servicio Militar
Cardelina de los Ángeles
En casa estuvieron muy contentos de volver a verlo, Alfonsito no quería ni recordar la primera visita a esta casa.
A la hora de la cena habría carbonada y empanadas; lo habían hecho a propósito para evitarle problemas a él. Se sentó feliz a la mesa, no aceptó un vaso de ponche, se sirvió sólo un plato de caldo y una empanada, aceptó un café después del postre. Se levantaron de la mesa bastante tarde, estaba avanzada la noche, le propusieron que alojara en casa para su propia seguridad, al otro día se iría a la suya..
Alfonsito un poco avergonzado aceptó quedarse a dormir, conversaron un rato luego todos se fueron a la cama. A Alfonsito lo destinaron a una pieza al lado de la cocina. Se acostó, pero no podía dormir porque sentía mucha hambre, había comido muy poco en la cena. Como todos dormían nadie se daría cuenta si iba por otra empanadita a la cocina, había visto donde quedaron guardadas, estaban en un trinche de la cocina, se levantó y se dio cuenta que se le había cortado el botón de los fundillos, la mamá se los hacía de saquitos quintaleros, eran más durables y calentitos, los sujetó con una mano, con la otra abrió despacito la puerta de la cocina, fue al trinche y abrió el cajón donde estaban las empanadas, sin mirar dentro metió la mano y ¡zaz! Una trampa ratonera le cazó la mano, sin querer lanzó un grito, las niñas llegaron corriendo y se encontraron con el galán con todas sus intimidades al aire porque con el susto y por tratar de sacarse la trampa de la mano se soltó los fundillos los cuales cayeron al suelo dejándolo como Dios lo echó al mundo. Mientras una le sacaba la trampa la otra le subía los fundillos y la otra le decía: “Pobrecito, debe tener hambre y vino a buscar otra empanadita” Lo llevaron a acostar con un buen jarro de café y todos los empanados que quiso, le pegaron el botón y lo dejaron durmiendo llenito.
El día lunes muy temprano llamaron a la casa de don José, la señora, ya levantada, salió a ver quien llamaba tan temprano, eran unos policías que andaban reclutando jóvenes para el servicio militar, las niñas también se levantaron para ver que buscaban, el policía les preguntó ¿conocen a Alfonso Pérez? Una de las niñas contestó ¡Mamá! Es el joven que se cazó anoche y el policía contestó: Ah, si se casó anoche no sirve, nosotros sólo reclutamos solteros; Hasta luego, dijo el policía y se fue.
Así Alfonsito se libró del Servicio Militar
Cardelina de los Ángeles
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