Si pegamos todas juntas, derribamos.
El club “La Vejez Color Oro” realizó un paseo por el día a la playa. Felisa estuvo muy atenta, más bien vigilante, de su amiga Florcita. Conocía las dificultades, la falta de independencia personal, el desconocimiento a sus gustos o preferencias y a su derecho de realizarlos. El marido de Florcita había negado tantas veces permitirle viajar con su club que ésta había optado por seguir el consejo de las socias: “No pidas permiso, avísale el día antes que vas con el club a la playa de “Aguas Tranquilas” “En la mañana sales y punto” Esta era la segunda vez que se atrevía a emplear el sistema del “aviso”. Ya le contaremos el desenlace de la primera experiencia. La directiva de “La Vejez Color Oro” en un loable intento por ser un “Club Ideal” había conseguido suficiente sombra para todo el grupo y Florcita fue de las primeras en estar en traje de baño colocándose las correspondientes cremas protectoras, correr al agua convidando y contagiando a varias socias. Felisa, no muy entusiasta por meter su piel al agua salada se integró a las bañistas para estar cerca de Florcita. Después de un rato de jugar en el agua, saltar y alborotar nadó largos trechos, Florcita lo hace muy bien, salió a trotar por la playa seguida de sus fogosas compañeras. Se estacionaron un tiempo prudente, medido, al sol, y a la sombra nuevamente para repetir el ciclo agua, playa, sol, sombra llena de vigor, de salud física y mental, con grandes ansias de disfrutar la vida. Un día feliz, de película. Felisa, su voluntaria observadora y abnegada amiga observó un par de veces en la mirada y en el rostro de Florcita fugaces expresiones de intranquilidad y tristeza. ¿Chocherías? esta corto de espacio, si a usted le interesa podemos contarle el próximo mes las razones que intranquilizaban a Florcita.
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