Cerámica… en el noble arte del barro Dios fue el primer alfarero y el hombre su primer cacharro…
Adán, según la leyenda bíblica, fue hecho de barro, recibió el don de la vida, una compañera y la orden de poblar la tierra.
Dios dispuso, no está dicho, es historia, que algunos descendientes de Eva y Adán recibieran el don de ser alfareros. El segundo alfarero traía dentro de si la capacidad de descubrir la arcilla y la plasticidad de la masa hecha con agua y arcilla que permitía moldearla en figuras, cacharros y vasijas. El mismo u otros descubrieron el efecto modificatorio que sobre estas piezas tenía el calor. Hubo uno que ideó el torno para perfeccionar las piezas circulares. Está establecido que los tornos de alfareros aparecieron cuatro mil años Antes de Cristo.
Otros descubrieron procedimientos para agregar a las obras motivos decorativos y hubo quienes encontraron como aumentar y mejorar los coloridos y estuvieron los que aumentaron las aplicaciones de calor consiguiendo la vitrificación de la piezas fabricadas.
La afirmación nuestra que los alfareros vienen a la vida con un don que los demás no tenemos queda demostrada con la existencia de ellos simultáneamente en civilizaciones, culturas y continentes desconocidos entre si. Mientras en lo que ahora llamamos Perú y Ecuador los ceramistas realizaban sus figuras para ritos religiosos y funerarios, los de Asia embellecían la vida con sus inimitables jarrones. Los ceramistas americanos de aquella época no conocieron el torno. Esto ocurría tres y cuatro mil años Antes de Cristo. No podían, en aquella remota época, unos visitar a los otros en sus jets privados para mostrar sus técnicas ni los otros comunicar a los unos por Internet que métodos preferir para obtener mejores coloridos.
Un ceramista adulto mayor, de 73 años que parecen 60, expuso en la sala del INP los bellos logros de su arte. Vimos que José Anabalón especializa en realizar incrustaciones de teselas españolas en productos de alfarería, en muebles, marcos y hasta en la entrada al jardín de su casa.
La definición que del vocablo “tesela” da el diccionario es: cualquiera de las piezas cúbicas de mármol, piedra, barro cocido u otro material que los antiguos usaban para hacer los pavimentos de mosaico. Las españolas usadas por el artista Anabalón para embellecer los variados objetos que exhibió son piezas de cerámica cocida de mucho brillo, hermosos colores, dureza y resistencia.
Chocherías conoció a otro ser humano excepcional que aporta a los lectores dos ideas originales y dignas de consideración. Asegura este artista y pensador que ante un cataclismo que destruyera ciudades e industrias y terminara con la civilización de nuestro planeta toda la población que depende de la comida enlatada, metidas en envoltorio y vasijas de plástico o cajas de cartón tendría muy escasas expectativas de sobrevivencia y la raza araucana en dos días ya estaría cociendo en utensilios de greda alimentos de la tierra. Agrega que por ser la greda óxido de hierro los alimentos quedan enriquecidos con este mineral y da a los araucanos su fortaleza y contextura proverbiales. ¡Tan fuerte como un indio!
Dios dispuso, no está dicho, es historia, que algunos descendientes de Eva y Adán recibieran el don de ser alfareros. El segundo alfarero traía dentro de si la capacidad de descubrir la arcilla y la plasticidad de la masa hecha con agua y arcilla que permitía moldearla en figuras, cacharros y vasijas. El mismo u otros descubrieron el efecto modificatorio que sobre estas piezas tenía el calor. Hubo uno que ideó el torno para perfeccionar las piezas circulares. Está establecido que los tornos de alfareros aparecieron cuatro mil años Antes de Cristo.
Otros descubrieron procedimientos para agregar a las obras motivos decorativos y hubo quienes encontraron como aumentar y mejorar los coloridos y estuvieron los que aumentaron las aplicaciones de calor consiguiendo la vitrificación de la piezas fabricadas.
La afirmación nuestra que los alfareros vienen a la vida con un don que los demás no tenemos queda demostrada con la existencia de ellos simultáneamente en civilizaciones, culturas y continentes desconocidos entre si. Mientras en lo que ahora llamamos Perú y Ecuador los ceramistas realizaban sus figuras para ritos religiosos y funerarios, los de Asia embellecían la vida con sus inimitables jarrones. Los ceramistas americanos de aquella época no conocieron el torno. Esto ocurría tres y cuatro mil años Antes de Cristo. No podían, en aquella remota época, unos visitar a los otros en sus jets privados para mostrar sus técnicas ni los otros comunicar a los unos por Internet que métodos preferir para obtener mejores coloridos.
Un ceramista adulto mayor, de 73 años que parecen 60, expuso en la sala del INP los bellos logros de su arte. Vimos que José Anabalón especializa en realizar incrustaciones de teselas españolas en productos de alfarería, en muebles, marcos y hasta en la entrada al jardín de su casa.
La definición que del vocablo “tesela” da el diccionario es: cualquiera de las piezas cúbicas de mármol, piedra, barro cocido u otro material que los antiguos usaban para hacer los pavimentos de mosaico. Las españolas usadas por el artista Anabalón para embellecer los variados objetos que exhibió son piezas de cerámica cocida de mucho brillo, hermosos colores, dureza y resistencia.
Chocherías conoció a otro ser humano excepcional que aporta a los lectores dos ideas originales y dignas de consideración. Asegura este artista y pensador que ante un cataclismo que destruyera ciudades e industrias y terminara con la civilización de nuestro planeta toda la población que depende de la comida enlatada, metidas en envoltorio y vasijas de plástico o cajas de cartón tendría muy escasas expectativas de sobrevivencia y la raza araucana en dos días ya estaría cociendo en utensilios de greda alimentos de la tierra. Agrega que por ser la greda óxido de hierro los alimentos quedan enriquecidos con este mineral y da a los araucanos su fortaleza y contextura proverbiales. ¡Tan fuerte como un indio!
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