Cuidados de la piel en la tercera edad.
El proceso natural de envejecimiento, el medio ambiente e incluso los medicamentos producen cambios a los que es necesario estar atento
Aunque las arrugas suelen ser una preocupación importante en la tercera edad, están lejos de ser el problema de la piel que requiere más atención. Los cambios naturales del envoltorio del cuerpo, los factores ambientales y el uso de ciertos remedios son aspectos que no se pueden pasar por alto si se quiere cuidar la salud.
Se explica que, con el paso de los años, la piel tiende a adelgazarse y a perder puntos de unión con la capa inferior (la dermis), por lo que se vuelve más frágil. Como el tejido que rodea a los vasos sanguíneos tiende a disminuir, se pierde la amortiguación; por eso, ante un leve traumatismo pueden aparecer moretones, especialmente en piernas, brazos y manos. Son benignos, pero conviene evitar los golpes y usar ropa protectora - en el caso de las mujeres, privilegiando los pantalones en vez de las faldas- para prevenirlos.
Debido al adelgazamiento de la piel y a que los vasos sanguíneos presentan cierta dilatación, éstos se traslucen, presentándose las llamadas telangectáseas, esas pequeñas venitas rojas tan comunes en el adulto mayor.
En la tercera edad disminuye también la secreción del sudor, lo que dificulta la regulación de la temperatura. De ahí que los mayores tengan más tendencia a enfriarse o acalorarse.
La piel tiende a resecarse y, por tanto se descama y produce picazón, sobre todo en brazos y piernas, y más en invierno. Por eso es vital evitar elementos que acentúen la sequedad, como el uso excesivo de jabones. Aunque tenemos mentalizado el uso del jabón, éste no es imprescindible, sobre todo en las personas mayores, que tienen la piel seca. Bañarse sólo con agua debería ser suficiente.
Si esto no resulta cómodo, se deben utilizar idealmente sustitutos del jabón, o bien jabones suaves, como los de afrecho o avena. Estos productos se consiguen en todas las farmacias.
El baño debe ser corto y no muy caliente. Después de él, lubricar la piel con crema es un deber. En cuanto al pelo, se recomienda un lavado dos veces por semana con un champú suave. No lavarlo por tiempo prolongado ayuda a la acumulación de células muertas que producen picazón.
Prácticas que deben desterrarse son las fricciones con colonia, que resecan la piel, y el uso generalizado de talco.
Como parte del proceso de envejecimiento, las defensas bajan la guardia, cediendo espacio a la posibilidad de desarrollar tumores de piel. Es muy importante que los adultos mayores revisen su cuerpo periódicamente para ver si aparecen alergias, nódulos o manchas que pueden ser signos de tumores benignos o malignos.
Aunque las arrugas suelen ser una preocupación importante en la tercera edad, están lejos de ser el problema de la piel que requiere más atención. Los cambios naturales del envoltorio del cuerpo, los factores ambientales y el uso de ciertos remedios son aspectos que no se pueden pasar por alto si se quiere cuidar la salud.
Se explica que, con el paso de los años, la piel tiende a adelgazarse y a perder puntos de unión con la capa inferior (la dermis), por lo que se vuelve más frágil. Como el tejido que rodea a los vasos sanguíneos tiende a disminuir, se pierde la amortiguación; por eso, ante un leve traumatismo pueden aparecer moretones, especialmente en piernas, brazos y manos. Son benignos, pero conviene evitar los golpes y usar ropa protectora - en el caso de las mujeres, privilegiando los pantalones en vez de las faldas- para prevenirlos.
Debido al adelgazamiento de la piel y a que los vasos sanguíneos presentan cierta dilatación, éstos se traslucen, presentándose las llamadas telangectáseas, esas pequeñas venitas rojas tan comunes en el adulto mayor.
En la tercera edad disminuye también la secreción del sudor, lo que dificulta la regulación de la temperatura. De ahí que los mayores tengan más tendencia a enfriarse o acalorarse.
La piel tiende a resecarse y, por tanto se descama y produce picazón, sobre todo en brazos y piernas, y más en invierno. Por eso es vital evitar elementos que acentúen la sequedad, como el uso excesivo de jabones. Aunque tenemos mentalizado el uso del jabón, éste no es imprescindible, sobre todo en las personas mayores, que tienen la piel seca. Bañarse sólo con agua debería ser suficiente.
Si esto no resulta cómodo, se deben utilizar idealmente sustitutos del jabón, o bien jabones suaves, como los de afrecho o avena. Estos productos se consiguen en todas las farmacias.
El baño debe ser corto y no muy caliente. Después de él, lubricar la piel con crema es un deber. En cuanto al pelo, se recomienda un lavado dos veces por semana con un champú suave. No lavarlo por tiempo prolongado ayuda a la acumulación de células muertas que producen picazón.
Prácticas que deben desterrarse son las fricciones con colonia, que resecan la piel, y el uso generalizado de talco.
Como parte del proceso de envejecimiento, las defensas bajan la guardia, cediendo espacio a la posibilidad de desarrollar tumores de piel. Es muy importante que los adultos mayores revisen su cuerpo periódicamente para ver si aparecen alergias, nódulos o manchas que pueden ser signos de tumores benignos o malignos.
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