martes, febrero 05, 2008

¿Más grande que Dios?

Con cara compungida y rebelde una chocha relata:- Fui donde una amiga, siempre pensé que eso éramos, aunque ella es económicamente acomodada y con más escuela que yo, Mi visita pretendía venderle un ejemplar de “En Rucamábhida” y quizás otros más que ella encontrara apropiados para regalo de navidad. Para mi sorpresa, tomó mi apreciado hijo “En Rucamábhida” por su lomo y con el pulgar de la otra mano dejó correr sus páginas como un abanico, lo lanzó sobre la mesa y me dijo: “Ahí tiene su libro, ustedes son unos agrandados” Las expresiones de su cara eran ira y desprecio. O así creí ver a través de dos lágrimas que me esforcé por retener mientras tomaba mi libro y me retiraba rápidamente.
De regreso a mi hogar me metí al baño, que nadie de los míos viera mi desconcierto y dolor. Estaba obligada a serenarme y hacer un análisis correcto del humillante resultado de mi visita. Recé, busqué apoyo en mi fe y prontamente tuve luz: - Busca el significado, en tu caso, de “agrandados” Claramente nos estaban descalificando, nos habíamos metido donde no nos correspondía. ¿Es correcto este juicio? Los musulmanes tienen el aforismo: “Cuando Allah quiere bien a uno de sus servidores abre para él las puertas de la inspiración” El Allah de ellos es el Dios nuestro y cada uno de todos los trabajos publicados en “En Rucamábhida” fue una inspiración proveniente de Dios. Lo sencillo y modesto del poema o la prosa no hace cuenta, eso está expresado claramente en el prólogo.
¿Puede esa portentosa, inconmensurablemente grande señora contradecir a Dios?
Intelectualizada la injusticia, calmo nuestro espíritu, cumplimos la sempiterna indicación del taller de Chochas, consultar el diccionario y AGRANDADO, DA. Adj. Perú. Dícese del niño que quiere presumir de persona mayor.
¿Nosotros presumimos? Modestamente pusimos por escrito ideas que, según el aforismo citado, provienen del Altísimo.
Abuelos, abuelitas sus nietos merecen lo mejor, cultiven en ellos el hábito de la lectura; si ya cumplieron dos años es tiempo que les lean, temas apropiados, empleando una voz calmada y acariciante. Ellos serán buenos lectores toda su vida y los recordarán con veneración a ustedes.