martes, diciembre 04, 2007

Me llamo Francisca Miranda. Autora Paz de Miranda.

Los años pasaron fugaces dejando huellas físicas en mi, la tormenta interna que hace puente, creo dejarla visible paso a paso junto a las huellas de mi andar sobre el polvoriento camino.
El primer golpe, el primer eslabón de una pesada cadena, es la primera gran espina en nuestro caminar, los primeros insultos, el principio de la excavación de un túnel sin salida, las primeras lágrimas, el comienzo de la sumisión a la esclavitud, las primeras noches de insomnio por depresión, las primeras luces del camino a la locura.
Francisca, me llamo Francisca como tú Anita, Inés, Jimena, como Corina o Teresa, las que viven como yo debieran llamarse Francisca, la densa y larga convivencia en pareja de pleno dominio machista nos ha enseñado ha esperar, soportar perdonar, a desconocer el significado de la palabra dignidad, a dominar y sepultar nuestros sueños que nos pudieran haber hecho grandes como seres humanos, a conformarnos con la sonrisa muchas veces triste de nuestros hijos, que no logran entender porqué nos dejamos pisotear de tantas formas, más cínica y cobardemente nos auto convencemos que todo lo hacemos y soportamos por ellos.
Más se que si un ángel viajero de ojos color esmeralda descubriera en nuestros rostros el velo de temor y tristeza que nos cubre y cortara las cadenas que nos atan sicológicamente créanme que las Franciscas seríamos las más hermosas golondrinas en la primavera de la vida, ya que nuestro extenso invierno, silentes en lo más profundo de nuestros corazones tejimos, cual arañas, los más tiernos e inimaginables sueños de amor, pasión y esperanza.