martes, octubre 02, 2007

Defensas contra los malulos. Autora Lita.

Me conversa un vecino “de la otra cuadra” ¿Recuerda usted al tipo con el que hablaba ayer cuando usted pasó? Uno bajo, con chaqueta de cuero…
La verdad que no. Generalmente una anda con la cabeza ocupada… ¿Por qué?
Estaba tratando de contarme el siguiente cuento del tío; “Es bodeguero en Codelco y le han ordenado que se deshaga de 27 trozos de tubo (Aquí cita una medida y capta que no entiendo) “como la boca de una taza y tienen un largo un poco más de metro y medio, me dijo el municipal que atiende el área verde que están “al pelo” para colocarlos en la parte donde meten vehículos impidiendo que el pasto crezca.” Como vio que le ponía atención y posiblemente me estaba interesando continuó: “Todo lo que usted tiene que hacer es pasarme $2600 para ponerle bencina a la camioneta…..”
Convinimos en que en otra oportunidad podría pasarle plata por nada pero no esta vez no.
Entonces yo le relaté mi propia experiencia, fresquita y con probabilidades que se tratara del mismo tipo: Estoy entretenida con las plantitas del antejardín y un desconocido, también bajo, de mediana edad, no recuerdo como vestía, Me dice: “Que gusto de volverla a ver” No recuerdo haberlo visto ni en pelea de perros, sigue “Necesito hablar con el caballero de esta casa del lado y no he podido recordar el nombre, ¿Cómo se llama? Le contesto: En esa casa hay cuatro caballeros, Juan, Manuel, Ramón y.. “Ramón, claro eso es, Ramón” Sigo con mi mentira: Ramón salió reciencito, siempre cuando sale vuelve ligerito, espérelo en la esquina. Las paró que yo también contaba cuentos del tío y se fue.