Planta de amor.
Puse tierra en una caja manzanera y planté allí patillas de clavel. Brotaron una cuantas a pesar que las golosas gallinas en cualquier descuido las picoteaban. Las puse en alto, las cuidé con mucho esmero, tal vez más que a las demás plantas que tenía. Al cabo de un tiempo la que creció, me di cuenta, florecería pues tenía dos hermosos botones pero un gato regalón no encontró mejor cama para dormir su siesta que encima de la mata de clavel rompiendo los botones antes que éstos abrieran; protegí la mata con ramitas espinosas y luego tuvo varios botones. Un día pude cortar seis hermosos claveles color rojo y los llevé con amor a la tumba de mi madre. Di gracias al creador por permitirme un cultivo con un destino tan especial.
Veva
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