martes, mayo 01, 2007

Su sino fue dañar.

Su madre la abandonó. Quedó María al cuidado de su tía Gloria que pronto la puso a trabajar dentro de la residencial “Trinidad” Aprendió y se acostumbró al trabajo de aquel local que tenía muchos pensionistas. A la escuela iba tarde, mal y nunca, era floja para el estudio, porra, nunca se destacó en nada, Su tía quería que aprendiera algo que la ayudara a defenderse en la vida en un nivel superior y le propuso estudiar gastronomía, secretariado u otra carrera, no tuvo interés.
Recién cumplidos los 12 años aceptó proposiciones de un cliente y luego empezó a prostituirse con algunos pensionistas que no tenían reparos en su condición de menor de edad. La tía Gloria ni sospechaba de estas actividades clandestinas de su sobrina María.
Gloria enviudó y luego de dos años se unió en pareja con Luís, un pensionista.
María se interesó en Luís y se puso en campaña de conquista logrando añadir otro nombre a su lista. Maniobró provocando ser sorprendidos y cuando ocurrió Gloria, derramando amargas lágrimas, en el otoño de su vida, los obligó a abandonar su casa.
Luís y María, estaba ésta embarazada, se fueron a un pueblo vecino, pronto Luís tuvo motivos de desilusión y María quedó abandonada, sola y sin dinero. Una vez nacido el niño María pidió ayuda a su prima Belén, dueña de la farmacia del pueblo. Ella era mujer alegre y de muy buenos sentimientos, se encariño con el niño. María y el niño estaban acogidos por Belén con mucho amor.
María, llevada por su apetito incontrolable empezó a seducir a Pedro, el esposo de su prima. De comienzo Pedro no dio importancia a la situación y durante un tiempo no cedió a las insistencias de María, Luego tuvo el esperado momento de debilidad y cedió a la tentación.
Belén, por problemas de salud salió una mañana a un chequeo médico; ella era estéril y su único anhelo era poder dar a luz un hijo y esa mañana salió de su casa llena de amor y optimismo, para su mala fortuna el médico no concurrió y con un poco de amargura Belén regresó a su casa. Al entrar sintió ruidos que provenían de su habitación, al principio no dio crédito a lo que escuchaba pero al entrar se encontró con una escena digna de película de sexo triple X con su esposo y su prima de protagonistas.
María aprovecho el desconcierto de los esposos, el arrepentimiento de él y la enorme amargura de ella para gritar a Belén “Pedro me ama a mi y no a ti, llevamos mucho tiempo queriéndonos” Ante la enormidad de la mentira el desconcierto de Pedro aumentó y Belén, al no escuchar un desmentido terminante huyó horrorizada a la calle donde un vehículo la atropelló y dio muerte. Pedro quedó emocionalmente destruido y pasa gran parte de su vida junto a la tumba de su esposa.
La despiadada autora de tanto infortunio se asiló en un prostíbulo, envejecida y con huellas en su rostro de la maldad de su espíritu es muy poco solicitada por la clientela del lenocinio.
Se encaprichó con un hombre maduro de la vecindad e inició manifestaciones de conquista que fueron rechazadas rudamente. Cada nuevo intento tuvo el mismo resultado.
En un examen de rutina que practicaron a María en el Consultorio le diagnosticaron SIDA y urdió una nueva maldad, posiblemente la última de su vida, vengarse de los reiterados y bruscos rechazos del vecino, había conseguido conocerle el apellido, Palma y es llamado don Palma por los vecinos del barrio, el “don” es una expresión de respeto ganada con una conducta respetuosa, honrada y servicial de toda la vida. María, cargada de odio por el reiterado rechazo ideó vengarse inyectándole sorpresivamente un poco de su sangre. Adquirió jeringas, practicó como pincharse una vena y observó la rutina de don Palma en la calle para acercársele por detrás. Después de algunos intentos fallidos logró su propósito y cuando éste sintió el pinchazo y se volvió le gritó “Te contagié el SIDA por orgulloso viejo de…”
María fue recluida para que no continuara con sus prácticas y contagiara a más inocentes y don Palma, pasado el período de incubación, recibió la desgarradora noticia de que era portador del SIDA, no pudo aceptar vivir con una enfermedad que consideraba infamante, ingirió una fuerte dosis de veneno y murió.
El epitafio de la tumba de don Palma dice:

Aquí yace un esposo fiel
Fidelidad que pagó con su vida
Espérame esposo mío
Que pronto estaré junto a ti.

La tumba y el epitafio realmente existen.

La Coquimbana.