El Paso de los Años – La Sexualidad.
Aquí estamos metidos en otra. ¿Quién me habrá mandado a entrar donde…cómo…para que…cuando…?
Francamente estoy perdido, tengo en mis manos un artículo científico de diecisiete páginas titulado: “Sexualidad Inteligente” lleno, repleto de información para manejo de científicos pero no apropiado a una revistita que intenta informar con sencillez entretenida.
Pareciera que un tratado, también científico, de la sexualidad, nos ofrece una tabla de salvación, un extenso capítulo titulado “Evolución Histórica del Comportamiento Sexual” con novedades que nos pueden resultar muy interesantes- Va la primera:
Existen, actualmente, algunas tribus que se han negado a evolucionar hacia nuestro modo de vida que llamamos civilización y viven tal como vivieron sus antepasados de miles de años antes de Cristo, visten taparrabos y habitan en rucas. Estas tribus están clasificadas como “pueblos naturales”. Su estudio ha revestido clara peligrosidad pues algunas aún son caníbales y más de un científico les ha servido de almuerzo o cena. Se ha establecido que en algunos de estos pueblos naturales no se relaciona la copulación con la fecundación; numerosas tribus creen que el embarazo es producto de un germen depositado por un espíritu, el acto sexual tan discutiblemente llamado por nosotros “hacer el amor” formaría parte de una gozosa función del cuerpo sin ulterior trascendencia; el matrimonio no tiene sentido y la cosa sería según acuerdos circunstanciales. No habla el autor que haya una promiscuidad desatada y como son pueblos cerrados no tienen riesgos de enfermedades de transmisión sexual, sus ventajas tiene no meterse con los “civilizados”
En este orden recuerdo haber leído en “El País de las Sombras Largas” que los esquimales, cuando aún era un pueblo natural, cerrado, vivían con el sistema de parejas pero cada marido atendía a sus amigos prestándole a su esposa. La copulación la denominaban con una expresión más apropiada que nuestro “hacer el amor”, le decían al amigo o al invitado: “Si lo deseas puedes reír con mi mujer”
Llegó el momento aciago en que aceptaron mezclarse con los occidentales, ¡civilizarse! Y el reír con los y las occidentales les introdujo la gonorrea, la sífilis, las ladillas, el chancro blando, herpes genitales y seguramente algo más que olvido.
¿Se entretuvo? Parece que hay más para el próximo mes.
Francamente estoy perdido, tengo en mis manos un artículo científico de diecisiete páginas titulado: “Sexualidad Inteligente” lleno, repleto de información para manejo de científicos pero no apropiado a una revistita que intenta informar con sencillez entretenida.
Pareciera que un tratado, también científico, de la sexualidad, nos ofrece una tabla de salvación, un extenso capítulo titulado “Evolución Histórica del Comportamiento Sexual” con novedades que nos pueden resultar muy interesantes- Va la primera:
Existen, actualmente, algunas tribus que se han negado a evolucionar hacia nuestro modo de vida que llamamos civilización y viven tal como vivieron sus antepasados de miles de años antes de Cristo, visten taparrabos y habitan en rucas. Estas tribus están clasificadas como “pueblos naturales”. Su estudio ha revestido clara peligrosidad pues algunas aún son caníbales y más de un científico les ha servido de almuerzo o cena. Se ha establecido que en algunos de estos pueblos naturales no se relaciona la copulación con la fecundación; numerosas tribus creen que el embarazo es producto de un germen depositado por un espíritu, el acto sexual tan discutiblemente llamado por nosotros “hacer el amor” formaría parte de una gozosa función del cuerpo sin ulterior trascendencia; el matrimonio no tiene sentido y la cosa sería según acuerdos circunstanciales. No habla el autor que haya una promiscuidad desatada y como son pueblos cerrados no tienen riesgos de enfermedades de transmisión sexual, sus ventajas tiene no meterse con los “civilizados”
En este orden recuerdo haber leído en “El País de las Sombras Largas” que los esquimales, cuando aún era un pueblo natural, cerrado, vivían con el sistema de parejas pero cada marido atendía a sus amigos prestándole a su esposa. La copulación la denominaban con una expresión más apropiada que nuestro “hacer el amor”, le decían al amigo o al invitado: “Si lo deseas puedes reír con mi mujer”
Llegó el momento aciago en que aceptaron mezclarse con los occidentales, ¡civilizarse! Y el reír con los y las occidentales les introdujo la gonorrea, la sífilis, las ladillas, el chancro blando, herpes genitales y seguramente algo más que olvido.
¿Se entretuvo? Parece que hay más para el próximo mes.
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