Coincidencia que obliga a pensar
Una adulta mayor de la comuna de Ñuñoa nos cuenta, previa petición de reserva de su nombre, un suceso similar. Tradicionalmente cena la noche de navidad con su hijo mayor, Orlando, donde siempre se ha realizado la usual entrega de bellos paquetes.
Esta vez notó que el árbol de pascua tenía muchos menos adornos y luces y tampoco estaba a sus pies el amontonamiento de atractivos envoltorios.
Cercana la medianoche, terminada una alegre y muy fraternal cena Orlando, de pie, agradeció la presencia de los familiares a manifestar su regocijo por el nacimiento de Jesús y solicitó se le permitiera leer el
Sueño de María
Tuve un sueño, José, pero no pude comprender bien de que se trataba. Me parece que trataba del nacimiento de nuestro hijo
Si, era acerca de esto. La gente estaba haciendo preparativos con cuatro semanas de anticipación.
Adornaban sus casas con papeles de colores brillantes, estrenaban ropa, salían de compras muchas veces y adquirían numerosos regalos que no eran para nuestro hijo, los envolvían en hermosos papeles y los ataban con preciosos moños, y los ponían debajo de un árbol.
Si, un árbol José, adentro de sus casas, un árbol decorado, con sus ramas llenas de esferas y un gran número de adornos, unos que despedían una luz encantadora. En la punta más alta del árbol había una figura que parecía una estrella o un ángel.
¡Oh!, era verdaderamente hermoso, todos estaban felices y sonrientes, emocionados por los regalos que se daban unos a otros.
Pero José, no quedó ninguno para nuestro Hijo.
¿Sabes? Creo que no lo conocen, pues nunca mencionaron su nombre. ¿No te parece extraño que la gente se meta en tantos problemas, para celebrar el cumpleaños de alguien que ni siquiera conocen?
Tuve la sensación de que si nuestro Hijo hiera estado en esa fiesta hubiese sido un extraño solamente.
Para esa gente el ambiente era hermoso y todo el mundo se veía feliz, pero yo sentí enormes ganas de llorar.
¡Qué tristeza para Jesús, no ser invitado a su propia fiesta de cumpleaños!
Esta vez notó que el árbol de pascua tenía muchos menos adornos y luces y tampoco estaba a sus pies el amontonamiento de atractivos envoltorios.
Cercana la medianoche, terminada una alegre y muy fraternal cena Orlando, de pie, agradeció la presencia de los familiares a manifestar su regocijo por el nacimiento de Jesús y solicitó se le permitiera leer el
Sueño de María
Tuve un sueño, José, pero no pude comprender bien de que se trataba. Me parece que trataba del nacimiento de nuestro hijo
Si, era acerca de esto. La gente estaba haciendo preparativos con cuatro semanas de anticipación.
Adornaban sus casas con papeles de colores brillantes, estrenaban ropa, salían de compras muchas veces y adquirían numerosos regalos que no eran para nuestro hijo, los envolvían en hermosos papeles y los ataban con preciosos moños, y los ponían debajo de un árbol.
Si, un árbol José, adentro de sus casas, un árbol decorado, con sus ramas llenas de esferas y un gran número de adornos, unos que despedían una luz encantadora. En la punta más alta del árbol había una figura que parecía una estrella o un ángel.
¡Oh!, era verdaderamente hermoso, todos estaban felices y sonrientes, emocionados por los regalos que se daban unos a otros.
Pero José, no quedó ninguno para nuestro Hijo.
¿Sabes? Creo que no lo conocen, pues nunca mencionaron su nombre. ¿No te parece extraño que la gente se meta en tantos problemas, para celebrar el cumpleaños de alguien que ni siquiera conocen?
Tuve la sensación de que si nuestro Hijo hiera estado en esa fiesta hubiese sido un extraño solamente.
Para esa gente el ambiente era hermoso y todo el mundo se veía feliz, pero yo sentí enormes ganas de llorar.
¡Qué tristeza para Jesús, no ser invitado a su propia fiesta de cumpleaños!
Hogar familia Ramírez Soto
Navidad 2006
¿Encuentra usted, lectora o lector, que lo sugerido para Meditando (Este boletín Pág.2) sea aplicable a El Sueño de María?
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