Mi Pueblo Natal. Autora: Lita
Era un pueblo chiquitito, con pocos habitantes todos unidos como si fuera una sola familia. Gente humilde muy trabajadora, también con sus vicios y entretenciones malsanas, por ejemplo jugar al monte. Este es un juego de naipes creado exclusivamente para jugar dinero. Quitarse la plata unos a otros y llamarlo descuerar la yegua.
Tal como sucede al interior de las mejores familias también en este pueblito en algunas ocasiones había envidias traiciones, robos, engaños y mentiras cumpliéndose el dicho "Pueblo chico, infierno grande" Se decía de apariciones del diablo, de la llorona y de la existencia de tue tues, de una chancha con cadena y más cosas.
La vigilancia policial era escasa, lenta, casi inexistente.
Relatare un suceso muy comentado. Encerrados en una casa obscura, no había luz eléctrica, solamente con la luz de una vela un grupo de hombres jugaba al monte. Repentinamente oyeron pasos de caballos. Después de las exclamaciones ¡Los pacos, los pacos! ¡apaguemos la luz! todos soplan la luz de la vela, intentan apagarla con los dedos y por último arrancarle la mecha. Nadie pudo apagarla. Miraron hacia la ventana que daba vista a la calle y vieron a dos hombres montando caballos tan altos como árboles. Fue tan grande el temor que no fueron capaces de salir a la calle para regresar a sus casas. Se atrevieron cuando había amanecido.
Lita escuchó la narración de varios de los concurrentes a la partida de monte. Ya en pleno día se agruparon para ir a recoger el dinero que quedó olvidado, no estaba y la vela continuaba prendida. Le dieron algunos débiles y temerosos soplidos que no la apagaron, decidieron dejarla que se consumiera sola. La vela resultó inagotable y varios días después vino el señor cura del pueblo vecino y la apagó arrojándole agua bendita y diciendo palabras en latín.
En otra oportunidad un tue tue gritó en la noche y un dueño de casa le dijo"Ven mañana al desayuno, te espero con tortilla de rescoldo y mate".
Al otro día temprano, bien de madrugada, aparece una viejita muy flaquita montada en una mula vieja, puros huesos y pellejo. La viejita bajó de su mula y se sento en un escaño a la entrada de la casa.
El susto de los habitantes de la casa fue muy grande. Llenos de temor le preguntaron que necesitaba.
Respondió: Vengo a la invitación que me hicieron anoche, mate y tortilla de rescoldo.
No hay nada, dicen los dueños de casa.
Contesta la viejita: Mientras ustedes preparan voy a acostarme un ratito, se levantó del escaño, fue al dormitorio del matrimonio sin titubeos, como si conociera la casa. Se acostó en la cama como si fuera propia y se durmió inmediatamente.
Volaron a la cocina a preparar rápidamente lo que habían ofrecido para cumplir con la invitación.
Cuando todo estuvo listo fueron a despertarla pero ella ya venía en camino, se sirvió de todo, solicitó repetición y que le envolvieran un trozo de tortilla al rescoldo para llevar. Se despidió con la siguiente amonestación"Nunca más molesten a los pasajeros porque venimos de muy lejos."
Se narra para que no le vaya a suceder a usted, querido lector.
Tal como sucede al interior de las mejores familias también en este pueblito en algunas ocasiones había envidias traiciones, robos, engaños y mentiras cumpliéndose el dicho "Pueblo chico, infierno grande" Se decía de apariciones del diablo, de la llorona y de la existencia de tue tues, de una chancha con cadena y más cosas.
La vigilancia policial era escasa, lenta, casi inexistente.
Relatare un suceso muy comentado. Encerrados en una casa obscura, no había luz eléctrica, solamente con la luz de una vela un grupo de hombres jugaba al monte. Repentinamente oyeron pasos de caballos. Después de las exclamaciones ¡Los pacos, los pacos! ¡apaguemos la luz! todos soplan la luz de la vela, intentan apagarla con los dedos y por último arrancarle la mecha. Nadie pudo apagarla. Miraron hacia la ventana que daba vista a la calle y vieron a dos hombres montando caballos tan altos como árboles. Fue tan grande el temor que no fueron capaces de salir a la calle para regresar a sus casas. Se atrevieron cuando había amanecido.
Lita escuchó la narración de varios de los concurrentes a la partida de monte. Ya en pleno día se agruparon para ir a recoger el dinero que quedó olvidado, no estaba y la vela continuaba prendida. Le dieron algunos débiles y temerosos soplidos que no la apagaron, decidieron dejarla que se consumiera sola. La vela resultó inagotable y varios días después vino el señor cura del pueblo vecino y la apagó arrojándole agua bendita y diciendo palabras en latín.
En otra oportunidad un tue tue gritó en la noche y un dueño de casa le dijo"Ven mañana al desayuno, te espero con tortilla de rescoldo y mate".
Al otro día temprano, bien de madrugada, aparece una viejita muy flaquita montada en una mula vieja, puros huesos y pellejo. La viejita bajó de su mula y se sento en un escaño a la entrada de la casa.
El susto de los habitantes de la casa fue muy grande. Llenos de temor le preguntaron que necesitaba.
Respondió: Vengo a la invitación que me hicieron anoche, mate y tortilla de rescoldo.
No hay nada, dicen los dueños de casa.
Contesta la viejita: Mientras ustedes preparan voy a acostarme un ratito, se levantó del escaño, fue al dormitorio del matrimonio sin titubeos, como si conociera la casa. Se acostó en la cama como si fuera propia y se durmió inmediatamente.
Volaron a la cocina a preparar rápidamente lo que habían ofrecido para cumplir con la invitación.
Cuando todo estuvo listo fueron a despertarla pero ella ya venía en camino, se sirvió de todo, solicitó repetición y que le envolvieran un trozo de tortilla al rescoldo para llevar. Se despidió con la siguiente amonestación"Nunca más molesten a los pasajeros porque venimos de muy lejos."
Se narra para que no le vaya a suceder a usted, querido lector.
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