martes, enero 02, 2007

María Rosa y José Manuel (Al modo de Abuela Mariana)

Cierro los ojos y me traslado con el pensamiento a un lugar muy lindo, llamado Rucamábhida. Aquí vive un matrimonio formado por José Manuel y María Rosa. De recién casados llegaron a vivir a una hermosa casa de adobes que tenía un corredor con vistosos pilares. A la entrada había un gran sauce que al compás de sus ramas movidas suavemente por el viento daba la bienvenida a todos los visitantes.
José Manuel se dedicaba a trabajar en el campo y María Rosa se preocupaba de su hogar, ordeñar la vaca, hace ricos quesos, dar de comer a las gallinas, soltar las cabritas para que fueran a pastar al cerro, hacer el pan que luego cocía en el horno de barro obra de las manos de Manuel. Cuando recién llegaron a vivir acá ella cocinaba para los dos en una ollita pequeña. Poco a poco la casa se fue llenando con los juegos y las risas de los niños, pues Dios los bendijo con la llegada de seis hijos lo que aumentó la dicha de este matrimonio y obligó a aumentar el tamaño de las ollas y guardar la pequeña. Para ocasiones especiales, aniversarios o cumpleaños, María Rosa preparaba unas ricas empanadas, calentaba el horno y las ponía a cocer. Feliz miraba a los niños impacientes por las primeras empanadas. ¡Esta si que era una verdadera fiesta!
Casi sin darse cuenta todos los hijos crecieron y se fueron, primero a estudiar y después a trabajar buscando mejores oportunidades para su futuro. Así fue que un día, con nostalgia y tristeza María Rosa guardó las ollas grandes y sacó la pequeña, total ahora sólo cocinaba para dos.
Hoy es 21-08. Es una fecha especial para ellos pues cumplen un año más de casados, María Rosa, para no romper la tradición, prepara sus empanadas tratando de disimular su pena y recuerda cuando sus hijos rodeaban el horno y hoy están solamente ella y su fiel José Manuel. Cuando las empanadas están casi listas les parece soñar, se detiene un furgón junto al viejo sauce y bajan corriendo sus hijos y sus nietos con nueras y yernos. La fecha había sido recordada.
José Manuel abraza a María Rosa y exclama emocionado: ¡Gracias a Dios por esta familia tan unida! Los aplausos y a comer la primera empanada alrededor del horno, como antaño.