martes, octubre 04, 2005

Los Difíciles Cambios de Hábitos

Durante la despedida de agosto dice mi vecina de mesa “La cena estuvo muy rica pero echo tanto de menos la aguita caliente.”
Le sugiero que vaya a la cocina, siempre hay agua caliente, té, café y azúcar. Cuando vuelve, con las manos vacías, estoy atendiendo otra conversación y no tengo espacio para preguntarle porqué viene sin el tesito o el cafecito. Después caigo en cuenta que no hubo el acostumbrado ofrecimiento terminada la comida y, por último, recuerdo haber escuchado algunas prevenciones con relación al té. Las escuché y no las tomé en cuenta, el tesito no demasiado cargado y no hervido ha sido mi compañero sin tachas ni reparos desde cuando fui notificado: “Usted es hipertenso” seguido de las proverbiales: No más café ni alcohol ni tabaco.” El té me consoló de mi alejamiento del vicio arraigado y muy grato del café a toda hora y por todas las razones, a veces hasta con su chorrito de “malicia”. La ausencia de ambas bebidas al final de la cena despidiendo agosto me llevó a hacer averiguaciones cuyo resultado informo a ustedes:
La teína y la cafeína son el mismo alcaloide que también está presente en el cacao, la yerba mate y varios otros vegetales. Consulté una enciclopedia muy moderna (Edición 2003) y me llevo la sorpresa que el café tiene 1,5% de cafeína y el té varía de 2,5% a 4,5%. Agrega la enciclopedia que la teína se descubrió en las hojas de té en 1827 y se estableció que era cafeína en 1838. ¡Que modo de tardar en llegar la información a nosotros!
Este alcaloide aumenta la tensión arterial, afección común a un número elevado de adultos mayores entre los que me cuento. Efectué un censo en mi patio para tener ubicadas la yerbas que irán reemplazando al tesito. Solamente tengo llantén, paico y hojitas de naranjo y limón, en la cocina tengo canela. Ya algunas vecinas me irán ofreciendo otras plantitas medicinales o aromáticas.