martes, octubre 04, 2005

La vida es un viaje en tren

Nuestra vida es como un viaje en tren, llena de embarques y desembarques, de pequeños accidentes en el camino, de sorpresas agradables con algunos pasajeros que ascienden. De tristeza con otros que bajan del tren
Cuando nos embarcamos en este tren, al nacer, encontramos dos personas que creemos han de hacer con nosotros el viaje hasta el final: nuestros padres. No es verdad. Infelizmente en alguna estación ellos descenderán dejándonos huérfanos de su cariño, protección, amor y afectos. Esto no impide que durante el viaje suban otras personas interesantes, que serán muy especiales para nosotros: hermanos, amigos y amores.
Mucha gente toma este tren para pasear, otros solamente para vivir tristezas. También hay quienes van de vagón en vagón, dispuestos a ayudar a quien lo necesite. Muchos descienden y dejan nostalgias eternas. Otros viajan de tal manera que, cuando desocupan el asiento, nadie lo nota.
Algunos pasajeros que apreciamos, se acomodan en vagones distintos al nuestro. Eso nos obliga a realizar el viaje separados pero nada impide que vayamos, aún con dificultad, hasta donde ellos están. Lo difícil es aceptar que no podremos sentarnos a su lado porque el lugar está ocupado. Este viaje es así, con atropellos, sueños, fantasías, esperas, ascenso y descenso de pasajeros. Sabemos, eso si, que este tren jamás regresará.
Hagamos, pues, el viaje de la mejor manera, procurando buenas relaciones con todos, rescatando la parte positiva de cada uno de los pasajeros, recordando que en algún momento del trayecto podrán flaquear y probablemente necesitemos entender eso. Cuando nosotros flaqueemos alguien nos entenderá.
El gran misterio es no saber en que parada bajaremos y pienso ¿Sentiré tristeza cuando me toque bajar? ¡Si! Dejar a mis hijos viajando solitos será muy triste. Separarme del amor de vida y de los amigos que hice durante el viaje será muy doloroso. Pero me aferro a la esperanza de que en algún momento estaré en la estación Principal y tendré la emoción de verlos llegar con su equipaje, ese que no tenían cuando embarcaron. Y me hará feliz saber que de alguna forma yo colaboré para que ese equipaje creciera y se volviera valioso.
Ahora en este momento el tren disminuye su velocidad para que embarquen y desembarquen personas. Mi expectativa aumenta a medida que el tren va parando. ¿Quién se irá? ¿Quien subirá?
Me gustaría que pensaras en el desembarque del tren no solo como la representación de la muerte, sino también como el final de una historia de algo que dos o más seres humanos construyeron y que un día, por cualquier nimiedad, dejaron derrumbar.
Soy feliz cuando veo personas con la capacidad de reconstruir todo, para comenzar de nuevo sobre lo derrumbado, Eso es señal de temple y lucha, es saber aprovechar lo mejor de todos y cada uno de los pasajeros.
Te agradezco mucho por formar parte de mi vida y por más que nuestros asientos no estén juntos, con seguridad el vagón es el mismo.

ANÓNIMO