Comentarios de Carmen Rodríguez, la articulista.
Con el aumento en la expectativa de vida de las personas los matrimonios están teniendo una duración que nunca antes habían experimentado, explica la doctora González, lo que implica todo un reacomodo en la forma de vivir en la .pareja.
Estudios indican que el nivel de satisfacción en la vida marital hace una curva en U: es más alto cuando una pareja parte, antes del nacimiento de los hijos, baja durante la crianza y llega a su punto más bajo antes de la partida del último vástago. Vuelve a subir cuando la pareja queda sola y tiene la oportunidad de iniciar una nueva etapa.
Esta “segunda luna de miel” tendrá mejores posibilidades si la pareja siempre se preocupó de guardar un pequeño espacio para los dos. Si no fue así y la rutina provocó un alejamiento, será más difícil retomar la vida de a dos.
-“Siempre que le escribía a mi marido cuando estaba embarcado le decía que no nos olvidáramos de regar la plantita e incluso le dibujaba una planta chiquitita, con una regadera, para simbolizar nuestra relación”- cuenta Ana María. Pero no fue suficiente.
El alejamiento definitivo se gatilló cuando ella enfermó gravemente, hace siete años, de un infarto a la médula, lo que la tuvo postrada varias semanas en un hospital. “El no pudo soportar que yo no estuviera en casa para atenderlo”, relata. La situación empeoró cuando él se jubiló después de haber pasado años embarcado –en la marina mercante-gran parte del tiempo. Y llegó al límite cuando el hijo se casó y se fue de la casa.. “Entonces nos quedamos sin lo único que nos unía”.
La jubilación, la partida de los hijos y las enfermedades son, justamente, los tres principales problemas que deben sortear las parejas en edad madura, afirma la doctora González. Frente al primer punto, son los hombres los que más sufren, ya que han definido gran parte de su identidad a través del trabajo.”No es raro encontrar adultos mayores varones que se convierten en personas deprimidas, deambulando entre el diario y la televisión”, señala la doctora. “Por eso, encontrar la forma de compartir actividades e intereses comunes es un excelente recurso”.
Estudios indican que el nivel de satisfacción en la vida marital hace una curva en U: es más alto cuando una pareja parte, antes del nacimiento de los hijos, baja durante la crianza y llega a su punto más bajo antes de la partida del último vástago. Vuelve a subir cuando la pareja queda sola y tiene la oportunidad de iniciar una nueva etapa.
Esta “segunda luna de miel” tendrá mejores posibilidades si la pareja siempre se preocupó de guardar un pequeño espacio para los dos. Si no fue así y la rutina provocó un alejamiento, será más difícil retomar la vida de a dos.
-“Siempre que le escribía a mi marido cuando estaba embarcado le decía que no nos olvidáramos de regar la plantita e incluso le dibujaba una planta chiquitita, con una regadera, para simbolizar nuestra relación”- cuenta Ana María. Pero no fue suficiente.
El alejamiento definitivo se gatilló cuando ella enfermó gravemente, hace siete años, de un infarto a la médula, lo que la tuvo postrada varias semanas en un hospital. “El no pudo soportar que yo no estuviera en casa para atenderlo”, relata. La situación empeoró cuando él se jubiló después de haber pasado años embarcado –en la marina mercante-gran parte del tiempo. Y llegó al límite cuando el hijo se casó y se fue de la casa.. “Entonces nos quedamos sin lo único que nos unía”.
La jubilación, la partida de los hijos y las enfermedades son, justamente, los tres principales problemas que deben sortear las parejas en edad madura, afirma la doctora González. Frente al primer punto, son los hombres los que más sufren, ya que han definido gran parte de su identidad a través del trabajo.”No es raro encontrar adultos mayores varones que se convierten en personas deprimidas, deambulando entre el diario y la televisión”, señala la doctora. “Por eso, encontrar la forma de compartir actividades e intereses comunes es un excelente recurso”.
<< Home