Tontín a la Palestra.
¿Por qué ha estado Tontín tan alejado de Chocherías? No ha habido alejamiento, ¿Chocherìas? ha rehusado dar cabida a varios desatinos, ahora entrega éste al juicio de los lectores.
Nos relata Tontín que no tenía nada que hacer y decidió hacerlo parándose en la intersección de dos calles con tránsito en ambos sentidos. Disfrutar el insensato apresuramiento humano. Bípedos mecanizados para bajar corriendo de un medio de movilización y subir a otro en la calle cruzada. En esto un adulto mayor tropieza y cae, varios se desprenden de su mecanización y se convierten en inexpertos y bien intencionados samaritanos. Tontín no pudo hacerlo porque estaba en la vereda de enfrente y el tránsito vehicular se lo impedía. (Felizmente para el accidentado)
Ninguno de los samaritanos se interesó en constatar que hubiese quebraduras o zafaduras, menos si realmente la conciencia estaba conservada. Cada uno intentaba imponer su científico método de levantar caídos; seis samaritanos seis sistemas aplicándose simultáneamente. El desplomado, resistente el viejito, salió indemne de las agresiones samarias, sacudiose la ropa, alzó la barbilla, agradeció y continuó su andar
Fin del relato comienzo del despropósito. Nos cuenta Tontín que, ahora si, tenía algo que hacer. Se imaginó a si mismo caído rodeado de benévolos asistentes y también con total ausencia de ellos, ni un alma para tenderle una mano o “flor de buena suerte” un interesado en sus bosillos que tras quitarle lo que le interesara le diera las gracias y adiós. Volvió a su casa, dice él, a pensar. Recordó los simulacros de maremotos ensayados en Arica y otras regiones nortinas. Ahora cuenta que simula-cra caídas y maniobras de levantamiento todos los días. El sistema más apropiado para levantarse, hasta el momento es: Se pone cara al suelo, se arrodilla y…arriba Tontín. Ya se descuidará y le tomaremos una fotito.
Nos relata Tontín que no tenía nada que hacer y decidió hacerlo parándose en la intersección de dos calles con tránsito en ambos sentidos. Disfrutar el insensato apresuramiento humano. Bípedos mecanizados para bajar corriendo de un medio de movilización y subir a otro en la calle cruzada. En esto un adulto mayor tropieza y cae, varios se desprenden de su mecanización y se convierten en inexpertos y bien intencionados samaritanos. Tontín no pudo hacerlo porque estaba en la vereda de enfrente y el tránsito vehicular se lo impedía. (Felizmente para el accidentado)
Ninguno de los samaritanos se interesó en constatar que hubiese quebraduras o zafaduras, menos si realmente la conciencia estaba conservada. Cada uno intentaba imponer su científico método de levantar caídos; seis samaritanos seis sistemas aplicándose simultáneamente. El desplomado, resistente el viejito, salió indemne de las agresiones samarias, sacudiose la ropa, alzó la barbilla, agradeció y continuó su andar
Fin del relato comienzo del despropósito. Nos cuenta Tontín que, ahora si, tenía algo que hacer. Se imaginó a si mismo caído rodeado de benévolos asistentes y también con total ausencia de ellos, ni un alma para tenderle una mano o “flor de buena suerte” un interesado en sus bosillos que tras quitarle lo que le interesara le diera las gracias y adiós. Volvió a su casa, dice él, a pensar. Recordó los simulacros de maremotos ensayados en Arica y otras regiones nortinas. Ahora cuenta que simula-cra caídas y maniobras de levantamiento todos los días. El sistema más apropiado para levantarse, hasta el momento es: Se pone cara al suelo, se arrodilla y…arriba Tontín. Ya se descuidará y le tomaremos una fotito.
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