Pedacitos de Cielo
Belinda era una linda muchachita de quince años que vivía con su madre, había perdido a su padre cuando era muy pequeña. Su madre trabajaba de empleada en las casas donde laboró su padre.
Su mamá traía la ropa de los patrones y la lavaba en casa, cuando ella se iba al trabajo Belinda la planchaba. Un día le dijo: los patrones recibirán muchas visitas esta noche, tengo que quedarme a trabajar. Cuando termines el planchado cierra bien las puertas y te acuestas, yo llegaré al amanecer .Belinda, en ocasiones, se encontraba a escondidas con un muchacho llamado Leonardo. Esa noche vendría y como su madre no se encontraba en casa conversarían hasta más tarde. Oscurecía cuando su enamorado se anunció con un silbido, la muchacha salió corriendo a recibirlo. Él la besó y le dijo: en el pueblo hay fiesta ¿Vamos a bailar? Belinda le dijo mi mamá no me dejaría ir. Tu madre no está, yo se que le tocó trabajar, no llegará hasta el amanecer, nosotros estaremos de vuelta antes y tu madre no se enterará de nuestra escapada. Espera, voy a cambiarme y vuelvo. Belinda miró el vestido celeste de la hija de la patrona, recién planchado, a ella siempre le había gustado ese vestido ¿Y si me lo coloco? Por ahora nadie se dará cuenta si lo devuelvo antes del amanecer.
Belinda se colocó el vestido, se miro en el espejo, la imagen que éste le devolvió era muy hermosa. Leonardo me encontrará muy linda, se dijo. Se tomaron de la mano y se fueron por el bosque, así evitarían que los viera algún vecino, el muchacho siempre se venía por ese camino a ver a su amada.
Caminaban felices, no imaginaban que alguien los estuviera siguiendo. Unos hombres medio borrachos los habían visto salir y fueron tras ellos, se agazaparon tras un árbol, cuando los muchachos se dieron cuenta era demasiado tarde, uno tomó a la niña de un brazo, Leonardo se fue encima del hombre el cual soltó a su presa y el muchacho le gritó ¡Corre Belinda, corre! El otro sacó una escopeta y le dio un tiro a Leonardo, éste cayo inconsciente al suelo, el hombre creyendo que lo había matado, huyo hacia el pueblo, el otro estaba tan borracho que no supo adonde se había ido la niña. Belinda corría montaña arriba y fue dejando trozos del vestido en los arbustos espinosos que como garras trataban de detener su aterrada carrera. Al amanecer un grupo que regresaba del pueblo encontró a Leonardo moribundo
Fue llevado a un hospital, tuvo un momento de lucidez y dijo: Mataron a Belinda. Así se enteró la policía y salieron a buscar a la niña. Ella en la oscuridad y desesperación había corrido hacia un precipicio cayendo y encontrando la muerte. Siguieron los rastros que ella dejó con los pedazos de su vestido.
Después del funeral la madre fue donde su patrona a pedirle disculpas por el vestido que había tomado la niña. La patrona la abrazó llorando y le dijo: “Mujer, por el amor de Dios, no te preocupes por eso, si tu me hubieses dicho que a tu hija le gustaba tanto el vestido con todo cariño se lo habría regalado.
Tres meses después Leonardo abandonaba el hospital en silla de ruedas, la bala le había dañado la columna vertebral, nunca más volvería a su montaña querida donde tantas veces juró amor a su amada Belinda. Ella era sólo una niña pero el la esperaría y un día se casarían y formarían una familia.
Las madres de ambos jóvenes no sabían de ese pololeo, ellas conversaron con Leonardo y él les relató los detalles de aquella noche agregando que la niña pensaba devolver el vestido al amanecer, además les informó que no iba a vivir mucho tiempo por la gravedad de las lesiones causadas por la bala y estoy vivo por un milagro. El milagro fue mayor. Todo el trayecto que Belinda hizo en su trágica carrera se cubrió en primavera de hermosas flores celestes, las gentes las llamó pedacitos de cielo, las contemplaban y nadie se atrevía a cortar una.
Leonardo falleció al año siguiente en la misma fecha de la muerte de su amada. Antes de morir lo único que pidió a su madre fue que viajara a la montaña y le trajera un ramo de “pedacitos de cielo”, se los llevaría a Belinda porque al otro lado de la vida se iban a casar y un coro celestial les entonaría la marcha nupcial.
Otro milagro: En la siguiente primavera brotaron las flores en la montaña y además sobre sus tumbas, porque los sepultaron uno al lado del otro.
Belinda era una linda muchachita de quince años que vivía con su madre, había perdido a su padre cuando era muy pequeña. Su madre trabajaba de empleada en las casas donde laboró su padre.
Su mamá traía la ropa de los patrones y la lavaba en casa, cuando ella se iba al trabajo Belinda la planchaba. Un día le dijo: los patrones recibirán muchas visitas esta noche, tengo que quedarme a trabajar. Cuando termines el planchado cierra bien las puertas y te acuestas, yo llegaré al amanecer .Belinda, en ocasiones, se encontraba a escondidas con un muchacho llamado Leonardo. Esa noche vendría y como su madre no se encontraba en casa conversarían hasta más tarde. Oscurecía cuando su enamorado se anunció con un silbido, la muchacha salió corriendo a recibirlo. Él la besó y le dijo: en el pueblo hay fiesta ¿Vamos a bailar? Belinda le dijo mi mamá no me dejaría ir. Tu madre no está, yo se que le tocó trabajar, no llegará hasta el amanecer, nosotros estaremos de vuelta antes y tu madre no se enterará de nuestra escapada. Espera, voy a cambiarme y vuelvo. Belinda miró el vestido celeste de la hija de la patrona, recién planchado, a ella siempre le había gustado ese vestido ¿Y si me lo coloco? Por ahora nadie se dará cuenta si lo devuelvo antes del amanecer.
Belinda se colocó el vestido, se miro en el espejo, la imagen que éste le devolvió era muy hermosa. Leonardo me encontrará muy linda, se dijo. Se tomaron de la mano y se fueron por el bosque, así evitarían que los viera algún vecino, el muchacho siempre se venía por ese camino a ver a su amada.
Caminaban felices, no imaginaban que alguien los estuviera siguiendo. Unos hombres medio borrachos los habían visto salir y fueron tras ellos, se agazaparon tras un árbol, cuando los muchachos se dieron cuenta era demasiado tarde, uno tomó a la niña de un brazo, Leonardo se fue encima del hombre el cual soltó a su presa y el muchacho le gritó ¡Corre Belinda, corre! El otro sacó una escopeta y le dio un tiro a Leonardo, éste cayo inconsciente al suelo, el hombre creyendo que lo había matado, huyo hacia el pueblo, el otro estaba tan borracho que no supo adonde se había ido la niña. Belinda corría montaña arriba y fue dejando trozos del vestido en los arbustos espinosos que como garras trataban de detener su aterrada carrera. Al amanecer un grupo que regresaba del pueblo encontró a Leonardo moribundo
Fue llevado a un hospital, tuvo un momento de lucidez y dijo: Mataron a Belinda. Así se enteró la policía y salieron a buscar a la niña. Ella en la oscuridad y desesperación había corrido hacia un precipicio cayendo y encontrando la muerte. Siguieron los rastros que ella dejó con los pedazos de su vestido.
Después del funeral la madre fue donde su patrona a pedirle disculpas por el vestido que había tomado la niña. La patrona la abrazó llorando y le dijo: “Mujer, por el amor de Dios, no te preocupes por eso, si tu me hubieses dicho que a tu hija le gustaba tanto el vestido con todo cariño se lo habría regalado.
Tres meses después Leonardo abandonaba el hospital en silla de ruedas, la bala le había dañado la columna vertebral, nunca más volvería a su montaña querida donde tantas veces juró amor a su amada Belinda. Ella era sólo una niña pero el la esperaría y un día se casarían y formarían una familia.
Las madres de ambos jóvenes no sabían de ese pololeo, ellas conversaron con Leonardo y él les relató los detalles de aquella noche agregando que la niña pensaba devolver el vestido al amanecer, además les informó que no iba a vivir mucho tiempo por la gravedad de las lesiones causadas por la bala y estoy vivo por un milagro. El milagro fue mayor. Todo el trayecto que Belinda hizo en su trágica carrera se cubrió en primavera de hermosas flores celestes, las gentes las llamó pedacitos de cielo, las contemplaban y nadie se atrevía a cortar una.
Leonardo falleció al año siguiente en la misma fecha de la muerte de su amada. Antes de morir lo único que pidió a su madre fue que viajara a la montaña y le trajera un ramo de “pedacitos de cielo”, se los llevaría a Belinda porque al otro lado de la vida se iban a casar y un coro celestial les entonaría la marcha nupcial.
Otro milagro: En la siguiente primavera brotaron las flores en la montaña y además sobre sus tumbas, porque los sepultaron uno al lado del otro.
Autora: Cardelina de los Ángeles
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