Taller de Chochas por la literatura
Yeya practica con las décimas, conocimiento primario entregado en el taller de Chochas anterior.
El pastor
Los pajaritos cantaban
En un árbol con jolgorio
Con su canto alegraban
La vida de don Gregorio
A pastar a su rebaño
Camino a la montaña
Sus perros lo acompañaban
Esa muy fría mañana
Con su caminar muy lento
Iba esquivando el viento
En un árbol con jolgorio
Con su canto alegraban
La vida de don Gregorio
A pastar a su rebaño
Camino a la montaña
Sus perros lo acompañaban
Esa muy fría mañana
Con su caminar muy lento
Iba esquivando el viento
Clarita, la mujer niña.
La conocí una tarde cuando daba clases a un grupo de mujeres de un taller donde enseñaba manualidades. Estaba escondida tras una puerta, se asomó y la vi, pregunté quien era y alguna contestó: “No se preocupe señorita que ella es muy tonta” Amonesté: Esa no es la forma de expresarse de una persona, me levanté de la silla y fui donde ella ¿Cómo te llamas?
Me contestó: Clarita.
La tomé de la mano y la invité a integrarse, al principio no quería, al final la convencí.
Les dije a las demás participantes del grupo que Clarita iba a ser una más, igual que ellas y que no había diferencias.
Empezamos a trabajar y Clarita todas las semanas, el día de clases era la primera en llegar, ya me estaba esperando, feliz con todos sus materiales a los que agregaba alguna flor, una vez consiguió un ramito de amarillos yuyos.
En la clase era la que más ponía atención a lo que yo explicaba y siempre estaba cerca de mi, también me pedía que le anotara los materiales para la próxima clase Fueron pasando los meses, todas hicieron muchas cosas bonitas, Clarita estaba cada día más feliz, yo le había dicho que tendría un diploma por haber hecho el curso. Esperaba ansiosa el día de la exposición. El término de clases llegó, se preparó todo, Clarita andaba radiante, llena de alegría, trajo todos sus trabajos, los arregló junto a todas sus compañeras del grupo.
Yo no había llegado todavía, me contaron, Clarita se desmayó, pensaron que era el cansancio, la emoción o el calor de ese día, pero como no reaccionaba fueron a buscar a su mamá, la llevaron rápidamente al hospital. Había sufrido un derrame cerebral y llegó en estado de coma. Fue internada en la UCI y no volvió a reaccionar, su agonía duró más menos un mes al cabo del cual falleció dejándonos con un gran dolor a todos los que la conocimos.
Para mi fue y será siempre un ángel que estuvo en la tierra y ahora está junto a Dios en el cielo.
En el velatorio su mamá me dio los agradecimientos por todo lo lindo que le había enseñado y el cariño que le había entregado, ya que para Clarita fueron los días más felices, pues se sentía útil e integrada a sus semejantes, mostraba con orgullo sus trabajos terminados, hechos por ella.
La semana antes de la exposición Clarita llegó con un regalo para mi, era un unicornio blanco, me dijo que era para que nunca la olvidara,-¿Presentiría su fin?,..- y por lo agradecida que estaba. Ese unicornio tiene un lugar muy especial en mi casa. Clarita siempre está presente en mi corazón pues me dejó una enseñanza, que a pesar de ser una niña en su forma de ser, era una gran mujer.
Yeya.
Notas de la R. La edad cronológica de Clarita era 32 años y su comportamiento correspondía a una niña de diez a doce años.
Para que ocurran hechos de tan grande valor humano se necesitan dos, uno disminuido por desconocido designio del destino y una Yeya.
Carta de Mercedita.
La carta fue escrita con mucho esfuerzo, En cada línea de la hoja solamente tres o cuatro palabras muy separadas que a veces perdían la alineación y pasaban al renglón inferior, letras inusualmente grandes, de forma correcta, todo cuanto permite suponer que la autora iba percibiendo más bien manchas que palabras en lo que llevaba escrito.
El texto, comunicación personal y no un escrito con fines literarios, está reproducido con fidelidad.
“Señora María: Le escribo esta cartita. Perdone la letra porque no veo bien pero se la escribo con mucho cariño porque usted es una bella persona muy servicial, ocuparse de las chiquillas, darle amor.”
“Mariíta: Mi salud no es buena, no se si vaya este fin de año. No quiero dar lástima, ahora me dio otra enfermedad que se llama artrosis, terrible. Claro que estoy en tratamiento. A los doctores los tengo locos, empezando por el oculista, el del corazón, el de los nervios. María, no puedo ir este fin de año, quizás si notara alguna mejoría iría, si me repusiera un poco. Pero es muy difícil, no puedo ir para llevar cosas lindas, no puedo trabajar.”
“Pero señora María, las quiero a todas y las recuerdo mucho, al menos a las niñas que daban el tecito, que lindas, que cariñosas, con que amor servían. Un cariño para el Profesor de Gimnasia. Perdone la letra cantinfla pero siempre sigo siendo su amiga.”
Mercedita
¿Cuántos adultos mayores han necesitado, necesitan o necesitarán un hombro como el de María para dejar caer gruesos lagrimones?
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