Hurgando en el Baúl de los Recuerdos
La invitación del grupo teatral de Copequén a presenciar su magnífica puesta en escena de “La Remolienda” me hizo sacar de mi baúl de los recuerdos algunos que, sin esta coyuntura habrían seguido sepultados y condenados al olvido.
En 1939 comencé mi formación en la Asistencia Pública de Santiago y eso cambió mi vida, conocí gentes con más mundo, en las raras ocasiones que disminuía la presión del trabajo se conversaba de libros, de música escuchada en ese maravilloso invento que recién empezaba a llegar a los hogares modestos, la radio. Y se comentaba de cine y teatro. Supe de la existencia de la compañía teatral de Lucho Córdova y del teatro Imperio, pregunté por horarios, valor de las entradas, pregunté a mi madre que sabía y pensaba acerca del teatro. Tenía mis dudas, podía tener una visión diferente a la que yo había recibido, alguna vez se refirió despectivamente a las bataclanas del Balmaceda. Para mi sorpresa me contestó que una de sus penas era no haber podido nunca asistir a una función de la compañía de Alejandro Flores y Carmen Moreno. Elaboramos planes, nos hicimos clientes de Lucho Córdova, en galería no más pero llegando tempranito para ubicarnos en primera fila, que no hubiera ninguna espalda o cabeza interpuesta entre nosotros y el escenario. Aún permanece en mi recuerdo “Tengo una vaca lechera, no es una vaca cualquiera, me da leche condensada, ay que vaca tan salada, talám, talám”.
En muchos de mis descanso, trabajando ya en Sewell para el Servicio Médico de la Braden Cooper Co, ahora en trío, se agregó mi mujer, que también se convirtió en entusiasta del teatro, vimos entre varias otras “La Casa de los Siete Balcones”, “Juani en Sociedad” que popularizó la muletilla “Querida, que rico tu té”, “Fuerte Bulnes” tragedia en la que los pobladores no pueden vencer las plagas de ratones y deben cambiar de asentamiento a otro lugar que llamarán Punta Arenas. Tuvimos la oportunidad de asistir pocos días después de su estreno a una de las cumbres del teatro chileno “La Pérgola de las Flores” puesta en escena en la sala Camilo Henríquez, con un elenco del Teatro de Ensayo de la Universidad Católica entre los que mi madre recordaba, cuando era visitada por integrantes de su larga parentela melipillana, a Carmen Barros, Silvia Piñeiro, la sin par Desideria, Héctor Noguera, Nelly Meruane y tantos más que ya no recuerdo. Aunque podíamos costearnos localidades de mayor precio ella siempre insistió en ir a galería y temprano para estar en la primera fila. El actual teatro Teletón se inició con el nombre de teatro casino Las Vegas y vimos ahí “El Violinista en el Tejado” también de mucho éxito y larga temporada de exhibición.
Desde luego si continúo hurgando en mi baúl voy a encontrar más. Prefiero exponer un punto de vista: El teatro ennoblece a quienes lo muestran desde el escenario y a quienes lo sustentan desde las butacas. El grupo actoral de Copequén es bueno y merece ser visto. Es nuestro por provincia y por edad. Valorémoslo.
En 1939 comencé mi formación en la Asistencia Pública de Santiago y eso cambió mi vida, conocí gentes con más mundo, en las raras ocasiones que disminuía la presión del trabajo se conversaba de libros, de música escuchada en ese maravilloso invento que recién empezaba a llegar a los hogares modestos, la radio. Y se comentaba de cine y teatro. Supe de la existencia de la compañía teatral de Lucho Córdova y del teatro Imperio, pregunté por horarios, valor de las entradas, pregunté a mi madre que sabía y pensaba acerca del teatro. Tenía mis dudas, podía tener una visión diferente a la que yo había recibido, alguna vez se refirió despectivamente a las bataclanas del Balmaceda. Para mi sorpresa me contestó que una de sus penas era no haber podido nunca asistir a una función de la compañía de Alejandro Flores y Carmen Moreno. Elaboramos planes, nos hicimos clientes de Lucho Córdova, en galería no más pero llegando tempranito para ubicarnos en primera fila, que no hubiera ninguna espalda o cabeza interpuesta entre nosotros y el escenario. Aún permanece en mi recuerdo “Tengo una vaca lechera, no es una vaca cualquiera, me da leche condensada, ay que vaca tan salada, talám, talám”.
En muchos de mis descanso, trabajando ya en Sewell para el Servicio Médico de la Braden Cooper Co, ahora en trío, se agregó mi mujer, que también se convirtió en entusiasta del teatro, vimos entre varias otras “La Casa de los Siete Balcones”, “Juani en Sociedad” que popularizó la muletilla “Querida, que rico tu té”, “Fuerte Bulnes” tragedia en la que los pobladores no pueden vencer las plagas de ratones y deben cambiar de asentamiento a otro lugar que llamarán Punta Arenas. Tuvimos la oportunidad de asistir pocos días después de su estreno a una de las cumbres del teatro chileno “La Pérgola de las Flores” puesta en escena en la sala Camilo Henríquez, con un elenco del Teatro de Ensayo de la Universidad Católica entre los que mi madre recordaba, cuando era visitada por integrantes de su larga parentela melipillana, a Carmen Barros, Silvia Piñeiro, la sin par Desideria, Héctor Noguera, Nelly Meruane y tantos más que ya no recuerdo. Aunque podíamos costearnos localidades de mayor precio ella siempre insistió en ir a galería y temprano para estar en la primera fila. El actual teatro Teletón se inició con el nombre de teatro casino Las Vegas y vimos ahí “El Violinista en el Tejado” también de mucho éxito y larga temporada de exhibición.
Desde luego si continúo hurgando en mi baúl voy a encontrar más. Prefiero exponer un punto de vista: El teatro ennoblece a quienes lo muestran desde el escenario y a quienes lo sustentan desde las butacas. El grupo actoral de Copequén es bueno y merece ser visto. Es nuestro por provincia y por edad. Valorémoslo.
<< Home