martes, octubre 03, 2006

Personaje destacado: Juan Delgado Escobar

Juan Delgado Escobar, 55, soltero. ¿Familia? Si, ocho, las de sus ocho hermanos y hermanas. Huérfano de padre cuando comenzaba a ser un jovencito, por ser el segundo del octeto debió poner el hombro al sostenimiento familiar. Atendió el quiosco de diarios ubicado frente al Banco del Estado por el sistema de “ganancias a medias”. Terminada su labor diaria al liceo Oscar Castro, versión nocturna de donde egresó, certificado de cuarto medio en mano en 1974.
Viajando en bicicleta chocó a una camioneta, una fractura en la cadera izquierda le dejó una cojera visiblemente limitante de su andar y por ende de su capacidad física. Para su recuperación, terminado el largo proceso hospitalario, debió concurrir a un tratamiento aún más prolongado al Policlínico Nº 2. La larga serie de sesiones lo convirtieron en un experto conocedor del rodaje de la institución. Ya de alta sintió, el dice “Un imperioso impulso de servir a los demás” y continuó asistiendo al Policlínico, siempre “Su olfato” le indicaba a quien prestar alguna ayuda sosteniendo a alguien que luchaba con sus articulaciones rígidas y falta de músculos en un dificultoso caminar, ubicando a otro cuya “Cara de pregunta” indicaba que no sabía donde y como comenzar, sosteniendo en sus brazos a una guaguita mientras su madre hacía una veloz visita al baño y muy pronto contestando las preguntas ¿Ha visto a mi mamá?, ¿Estuvo por aquí mi viejo? Y recibiendo encargos: “Por favor, cuando llegue el Lucho que retire esta receta y se vaya para la casa, dígale que tuve que ir a la escuela porque me llamó la profesora de la Carmelita, ah, y que me pele cuatro papas” y así cada día. No podía dejar ese cúmulo de servicios sin atender.
¿Ya lo reconoció? Es ese caballero bajo que cojea de la pierna izquierda, sonriente y amistoso, no pudo renunciar a ser voluntario, ese era y es su destino. Actualmente lo encontrará todas las tardes desde las 14,30 horas prestando las más diversas ayudas y vendiendo café y golosinas en un mesón que en las mañanas sirve un grupo de voluntarias. Las utilidades de este mesón están destinadas a sacar de diversos apuros a concurrentes al Consultorio.
Juanito recibió el beneficio de una pensión asistencial y debió renunciar a ella para aceptar un contrato temporal por dos años atendiendo la oficina de reclamos, hoy se llaman OIRS, Razones reglamentarias imposibilitaron la renovación del contrato. Quedó sin trabajo y sin pensión. Él no reclama por esto, ¿Chocherías? se lo sonsacó.
Diversos grupos han solicitado y recibido acogida en el Consultorio para reunirse y formalizar sus clubes, Juanito ha estado pronto a colaborar con ellos, actualmente sirve la secretaría de “Dulce Armonía” club de diabéticos, anteriormente fue tesorero de otro club y fue el presidente fundador del grupo de voluntarios.
¿Cómo subsiste? Al comienzo lo dijimos: tiene ocho familias y para tener unos pesitos en el bolsillo atiende en la noche, hasta las 24 horas, el salón de entretenciones del Club Deporte y Cultura Unión Rancagua Sur; gana un porcentaje por arriendo de naipes, juegos de dominó y otros. Ahora que conocemos a Juanito podemos deducir, él no lo dice, que esos dinerillos probablemente también cumplen con “el impulso de servir”