Toby: Su primer Ladrido.
Toby jugaba, o eso el creía, con ina, la perra. Le insinuaba un mordisco a una pata y antes que ésta la quitara ya le había alcanzado una oreja y la cola y antes que la quiltra le enfrentara ya le había tocado una pata delantera y la trasera del otro lado. La perra apreciaba que ambos toques eran simultáneos, se sentía atacada por una jauría de tobys y ante la inferioridad numérica: una ina ante, por lo menos, cien tobys, recurrió a mi pidiendo protección
Pareciera que esta actitud no fue del agrado de Toby y con el disgusto se le escapó un ladrido que, desde luego, llevaba el sello del emisor: entusiasmo, vigor, advertencia de mordeduras, desgarraduras, laceraciones y más. No se reconoció como autor de ese incivilizado ruido propio de junglas tenebrosas o de selvas mortales. Miró en su entorno cercano, mediano y lejano, no encontró al autor y… claro… el viejo pelado, y me echó un vistazo conminador y acusatorio, con una clara reprensión “esas cosas no se hacen.”
Pareciera que esta actitud no fue del agrado de Toby y con el disgusto se le escapó un ladrido que, desde luego, llevaba el sello del emisor: entusiasmo, vigor, advertencia de mordeduras, desgarraduras, laceraciones y más. No se reconoció como autor de ese incivilizado ruido propio de junglas tenebrosas o de selvas mortales. Miró en su entorno cercano, mediano y lejano, no encontró al autor y… claro… el viejo pelado, y me echó un vistazo conminador y acusatorio, con una clara reprensión “esas cosas no se hacen.”
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