martes, agosto 03, 2004

¿Usted teme no pasar Agosto?

Bubo revisó estadísticas en Internet y encontró la sorprendente información, el mes con mayor número de fallecimientos de personas de tercera edad es octubre y Bubo, no se si con o sin el apoyo de Internet ensaya la siguiente explicación: El tradicional temor a agosto hace extremar los cuidados y por rutina se continúan en septiembre, en octubre, días más largos, más luminosos y mayor calorcito hacen aflojar la vigilancia y ¡zas! un enfriamiento que se descuida en sus comienzos, estamos en octubre, una complicación y otro Adiós
Viejita linda, viejo amigo, ojalá el próximo 31 de octubre estemos todos y muchos más celebrando la pasada del peligro con cocimiento preparado por los conocidos expertos y a precio estrictamente de costo. Celebración y no motivo para aumentar fondos de tesorería.
Volviendo al temor a agosto. Hemos escuchado a personas jóvenes calificar la creencia como superstición. La idea viene desde siglos pasados con condiciones absolutamente distintas. Imaginemos una casa de pueblo o una casa campesina Construcción de adobes, piso de tierra, comúnmente carentes de encielado, piezas de tamaños dos, tres y más veces mayores que las actuales. ¿Calefacción? Braseros de gran tamaño o un espacio circundado por adobes o ladrillos y en su interior las reconfortantes brasas. El brasero estaba en la cocina-comedor-sala de estar -estudio-taller proporcionando calorcito a todos sus habitantes y el resto de la casa al frío reinante. Quien quiera que fuera a salir de la cocina aumentaba su abrigo con chales, ponchos o mantas y cubría su boca para inhalar aire entibiado. ¿Baños? ¿En agosto? Muy difícil. Había que disponer de tina, obviamente en otra pieza y tarros para calentar suficiente agua. ¿Lavarse el pelo? En agosto definitivamente no. ¿Frazada eléctrica o esos reconfortantes guateritos de goma? Un ladrillo caliente envuelto en alguna ropa o una botella con agua caliente. Descuidar las precauciones y exponerse a enfriamientos bruscos era la manera de conseguirse un resfriado o una gripe que con cierta frecuencia complicaban amígdalas, oídos, dolor en los dientes cariados, sinusitis y la temida pulmonía que merece un aparte. Esta palabra usada por legos y enterados englobaba enfermedades tales como neumonía, bronconeumonía, neumonitis y probablemente otras. Era peligrosa, no sabemos el número de su índice de mortalidad pero por ella morían niños, jóvenes y un buen número de viejos. Su tratamiento era en base a cataplasmas y ventosas, llamadas recursos revulsivos, tisanas y cuarentena, explico esta última palabra. Desaparecida la fiebre se consideraba que la enfermedad había pasado pero podía haber una recaída con altas probabilidades de mortalidad, el enfermo había gastado sus energías en la primera y quedaban escasas fuerzas para otra. La cuarentena, cuarenta días de cuidados, eran obligatorios y estrictos si se quería seguir en este mundo. Los primeros días, número variable, eran levantándose algunas horas, pocas al comienzo y aumentándolas si no aparecía fiebre, dentro de la pieza, después pasar a otras piezas, con la tibieza de un braserito, dentro de la casa. ¿Porqué no usar penicilina? Habría que esperar hasta 1940. ¿Era la penicilina la solución? Eso podrán decirlo otros chochos en algunos de cientos de años más. Hay tanta enfermedad nueva.