¡Hola que tal! … De una comuna visitante: Ñuñoa.
Siempre los humanos piensan que los animales somos solamente eso, “animales” ignorando que nosotros tenemos sentimientos, y sabemos dar mucho amor…si mucho amor.
Yo me voy a presentar, soy una gatita llamada “MIMICHI”, llegué a un Hogar (la señora que me llevó) me puso un gran Rozón Rosado en mi cuello, y un saco de aserrín (Ella sabía que yo era muy educada). Cuando mi amita me encontró muy linda, me recibió con mucho cariño. En esa casa había una abuelita, cuando la conocí me di cuenta que tenía que darle mi protección y cariño. Ella estaba muy enferma, no podía levantarse de la cama era muy inquieta, se movía mucho. Cuando veía que estaba al borde de la cama corría maullando donde mi amita, ella comprendía mi desesperación, felizmente siempre llegamos a tiempo, esa fue mi gran preocupación; pasaba con ella todo el día, dormíamos juntas yo la amaba y comprendía que Ella no podía valerse por si misma.
Mi amita tenía que hacer las cosas de la casa, y darle de comer a la abuelita en la boca…mientras yo aprovechaba de cuchichiar lo que Ella dejaba.
Así pasaron los días, los meses, los años junto a Ella, hasta que la abuelita se fue al cielo. Yo y mi amita quedamos solas, nuestro cariño fue más fuerte, nos cuidábamos mutuamente hasta el fin de mis días, puedo decir que fui una gatita feliz llena de Amor y cuidados.
Yo me voy a presentar, soy una gatita llamada “MIMICHI”, llegué a un Hogar (la señora que me llevó) me puso un gran Rozón Rosado en mi cuello, y un saco de aserrín (Ella sabía que yo era muy educada). Cuando mi amita me encontró muy linda, me recibió con mucho cariño. En esa casa había una abuelita, cuando la conocí me di cuenta que tenía que darle mi protección y cariño. Ella estaba muy enferma, no podía levantarse de la cama era muy inquieta, se movía mucho. Cuando veía que estaba al borde de la cama corría maullando donde mi amita, ella comprendía mi desesperación, felizmente siempre llegamos a tiempo, esa fue mi gran preocupación; pasaba con ella todo el día, dormíamos juntas yo la amaba y comprendía que Ella no podía valerse por si misma.
Mi amita tenía que hacer las cosas de la casa, y darle de comer a la abuelita en la boca…mientras yo aprovechaba de cuchichiar lo que Ella dejaba.
Así pasaron los días, los meses, los años junto a Ella, hasta que la abuelita se fue al cielo. Yo y mi amita quedamos solas, nuestro cariño fue más fuerte, nos cuidábamos mutuamente hasta el fin de mis días, puedo decir que fui una gatita feliz llena de Amor y cuidados.
Mimichi
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