La Tercera Edad Baila en Las Vegas
Organización, local y música entregados por la municipalidad
El viernes 5 de noviembre se reunieron en el casino Las Vegas clubes de adultos mayores de la ciudad y de la periferia rural. Ubicados según los sectores en uso administrativo, diferenciándose con algún objeto de color, cintillos, globos, plumeros de papel, insignias y otros se apreciaron siete grandes grupos, cada uno con su reina. Se optó, acertadamente, por tener abundancia de realeza, no tanto como Gabriela Mistral “Todas íbamos a ser reinas…”, las siete ejercieron a cabalidad su reinado. Una pidió el micrófono, agradeció, promovió a la alegría y felicitó, las otras coronadas imitaron el gesto y cada una con corrección y desenvoltura tuvo expresiones similares.
Se premió a vencedores en juegos de salón con comentarios jocoso-maliciosos a las damas que año tras año triunfan sin contrapeso en la competencia de emboque.
Para la asistencia aventuramos “entre doscientas y trescientas personas”.
La música estuvo a cargo del trío “Disfruta”. Un ejecutante instrumental, una damita de bella voz, que acompañaba su canto con un encantador y recatado baile y un joven, también de bella voz y un baile picaresco con pasos y figuras de su creación. Su repertorio incluyó éxitos de hace cincuenta años; recordamos “El Beso”, “Siboney”, “Que Rico el Mambo” y varios otros muy conocidos y de nombres olvidados. Promediada la tarde el trío se transformó en cuarteto al agregarse una jovencita que apoyaba la ejecución de canciones y bailaba, ella si agregando su pizca de picardía. Se estableció un contrapunto interesante entre ambos estilos de danza.
De la música moderna ofrecida sólo podemos decir que mientras nos acompañó la resistencia y las articulaciones no reclamaron, bailamos, bailamos. Cuando llamaron a la colonia chilena residente a bailar una cueca, no éramos capaces de abandonar la silla
Con un trío como el Disfruta el entusiasmo de los asistentes tenía, y así fue, que llegar al máximo Todos las jovencitas de sesenta a noventa presentes hicieron una cumplida demostración de gracia, ritmo, entusiasmo y alegría ejemplares. Los caballeros, en número muy inferior, pusieron su parte cumplidamente
Una tarde feliz y con una valiosa conclusión añadida: No hace falta el alcohol ni los helados ni las tortas de rimbombantes nombres y apellidos extranjeros para una tarde de fiesta. Fue bastante, suficiente y no se necesitó más que un poco de bebida de fantasía y unos sobrecitos de galletas. Sólo eso y el suficiente espíritu de fiesta y de acercamiento a los demás y el concurso de un trío como el que tuvimos la fortuna de tener ofreciéndonos su música.
El viernes 5 de noviembre se reunieron en el casino Las Vegas clubes de adultos mayores de la ciudad y de la periferia rural. Ubicados según los sectores en uso administrativo, diferenciándose con algún objeto de color, cintillos, globos, plumeros de papel, insignias y otros se apreciaron siete grandes grupos, cada uno con su reina. Se optó, acertadamente, por tener abundancia de realeza, no tanto como Gabriela Mistral “Todas íbamos a ser reinas…”, las siete ejercieron a cabalidad su reinado. Una pidió el micrófono, agradeció, promovió a la alegría y felicitó, las otras coronadas imitaron el gesto y cada una con corrección y desenvoltura tuvo expresiones similares.
Se premió a vencedores en juegos de salón con comentarios jocoso-maliciosos a las damas que año tras año triunfan sin contrapeso en la competencia de emboque.
Para la asistencia aventuramos “entre doscientas y trescientas personas”.
La música estuvo a cargo del trío “Disfruta”. Un ejecutante instrumental, una damita de bella voz, que acompañaba su canto con un encantador y recatado baile y un joven, también de bella voz y un baile picaresco con pasos y figuras de su creación. Su repertorio incluyó éxitos de hace cincuenta años; recordamos “El Beso”, “Siboney”, “Que Rico el Mambo” y varios otros muy conocidos y de nombres olvidados. Promediada la tarde el trío se transformó en cuarteto al agregarse una jovencita que apoyaba la ejecución de canciones y bailaba, ella si agregando su pizca de picardía. Se estableció un contrapunto interesante entre ambos estilos de danza.
De la música moderna ofrecida sólo podemos decir que mientras nos acompañó la resistencia y las articulaciones no reclamaron, bailamos, bailamos. Cuando llamaron a la colonia chilena residente a bailar una cueca, no éramos capaces de abandonar la silla
Con un trío como el Disfruta el entusiasmo de los asistentes tenía, y así fue, que llegar al máximo Todos las jovencitas de sesenta a noventa presentes hicieron una cumplida demostración de gracia, ritmo, entusiasmo y alegría ejemplares. Los caballeros, en número muy inferior, pusieron su parte cumplidamente
Una tarde feliz y con una valiosa conclusión añadida: No hace falta el alcohol ni los helados ni las tortas de rimbombantes nombres y apellidos extranjeros para una tarde de fiesta. Fue bastante, suficiente y no se necesitó más que un poco de bebida de fantasía y unos sobrecitos de galletas. Sólo eso y el suficiente espíritu de fiesta y de acercamiento a los demás y el concurso de un trío como el que tuvimos la fortuna de tener ofreciéndonos su música.
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