TONTÍN RECIBE UN CELULAR
Sábado. Febrero. 2004. Tontín almuerza donde Lali y Horacio. Pastel de choclo y celular.
¿Celular? Si. Una moderna e invisible cadena que aparenta ser un teléfono. ¿Su uso? Hacer escuchar en cualquier sitio y lugar el saludo-pregunta ¿Hola, como estás? seguido de ¿dónde estás, AH?
Explican: A veces nos cuesta ubicarte, eres muy callejero, no estás nunca en casa, y nos intranquilizamos, además te servirá para ubicarnos más pronto si estás en algún apuro.
Lo primero que, secretamente, nuestro amiguito se propone es descubrir como anular la indiscreta capacidad de vigilancia de la cadena. Guarda silencio y aparenta escuchar las instrucciones. Lo primero que debes hacer es comprar una tarjeta, son baratas, tiene que ser una “telefente J.i.z.” Tontín deduce: así es como la cadena cobra por sus servicios. Siguen las instrucciones: “Debes aprender su uso, no te va costar nada. Sólo tienes que leer este catálogo y memorizar lo fundamental lo que necesitas”
Revisión del catálogo. 91, NOVENTA Y UNA páginas conteniendo entre siete mil y setenta mil instrucciones.
Llegado a casa el aproblemado Tontín descubre que el compendio instructivo usa doble sistema de numeración para sus páginas, romano del I al IV y arábigo del 1 al 94. Comienza. Página I índice, página II funciones básicas. Selecciona como hacer una llamada y es remitido a la página nº 26; la instrucción 1 no tiene problemas, la 2 trae: oprima hacer llamada, deduce que si ordena oprimir es tecla y como se informa en negrita, la busca afanosamente, para su sorpresa no está. Recuerda que antes del índice vio una lista de “Indicadores e Iconos” Si. Antes de la numeración arábiga y antes de la numeración I romana existe una hoja sin ordenamiento numeracional. Cosa de catálogos. Tampoco esa lista trae “hacer llamada” ¿Tan cegatón estará? Recurre a una lupa; nada. Trata de establecer si catálogo y celular se corresponden, aparentemente si. Piensa en demandar ayuda a sus solícitos y amados encadenadores pero imagina el comentario: “este tata ya no se la puede ni para un celular” A Tontín le gusta que sepan de él que si se la puede.
Llega la solución a su mente, Evelyn. Piensa ¿Cómo no se le había ocurrido antes? Y satisfecho por poder comunicarse usando el medio normal, red telefónica que transmite mediante alambres con teléfonos puestos sobre mesas, veladores u otros muebles y no esas cosas metidos en bolsillos y carteras o colgando de cinturones
Evelyn le contesta: “véngase para acá” y como es amable, comprensiva y lo conoce agrega: “Traiga el celular, el manual instructivo, el cargador y una tarjeta del tipo y marca que le dijeron. No me llegue con una tarjeta diferente porque le convencieron que era igual o mejor”
Comienza Evelyn pacientemente a instruirlo, se asocian mamá y Leslie, su hermana menor, la que estudia leyes, solo falta Giselle, la más pequeña, que este año comenzará alguna carrera en biología.
Tontín está convencido que a cada una le pusieron un celular en la mano en el momento de nacer.
Ramón, jefe, padre, marido, proveedor de celulares y encargado de financiar sus costos y mantenciones hacía esporádicas y breves apariciones añadiendo enseñanzas y aclarando conceptos.
¡Tontín aprendió la ubicación, forma y usos básicos de la tecla “NAVI”!
¡Aprendió a bloquear y desbloquear las teclas!
Solo le falta saber como hacer y recibir llamadas.
Esta historia continuará…
¿Celular? Si. Una moderna e invisible cadena que aparenta ser un teléfono. ¿Su uso? Hacer escuchar en cualquier sitio y lugar el saludo-pregunta ¿Hola, como estás? seguido de ¿dónde estás, AH?
Explican: A veces nos cuesta ubicarte, eres muy callejero, no estás nunca en casa, y nos intranquilizamos, además te servirá para ubicarnos más pronto si estás en algún apuro.
Lo primero que, secretamente, nuestro amiguito se propone es descubrir como anular la indiscreta capacidad de vigilancia de la cadena. Guarda silencio y aparenta escuchar las instrucciones. Lo primero que debes hacer es comprar una tarjeta, son baratas, tiene que ser una “telefente J.i.z.” Tontín deduce: así es como la cadena cobra por sus servicios. Siguen las instrucciones: “Debes aprender su uso, no te va costar nada. Sólo tienes que leer este catálogo y memorizar lo fundamental lo que necesitas”
Revisión del catálogo. 91, NOVENTA Y UNA páginas conteniendo entre siete mil y setenta mil instrucciones.
Llegado a casa el aproblemado Tontín descubre que el compendio instructivo usa doble sistema de numeración para sus páginas, romano del I al IV y arábigo del 1 al 94. Comienza. Página I índice, página II funciones básicas. Selecciona como hacer una llamada y es remitido a la página nº 26; la instrucción 1 no tiene problemas, la 2 trae: oprima hacer llamada, deduce que si ordena oprimir es tecla y como se informa en negrita, la busca afanosamente, para su sorpresa no está. Recuerda que antes del índice vio una lista de “Indicadores e Iconos” Si. Antes de la numeración arábiga y antes de la numeración I romana existe una hoja sin ordenamiento numeracional. Cosa de catálogos. Tampoco esa lista trae “hacer llamada” ¿Tan cegatón estará? Recurre a una lupa; nada. Trata de establecer si catálogo y celular se corresponden, aparentemente si. Piensa en demandar ayuda a sus solícitos y amados encadenadores pero imagina el comentario: “este tata ya no se la puede ni para un celular” A Tontín le gusta que sepan de él que si se la puede.
Llega la solución a su mente, Evelyn. Piensa ¿Cómo no se le había ocurrido antes? Y satisfecho por poder comunicarse usando el medio normal, red telefónica que transmite mediante alambres con teléfonos puestos sobre mesas, veladores u otros muebles y no esas cosas metidos en bolsillos y carteras o colgando de cinturones
Evelyn le contesta: “véngase para acá” y como es amable, comprensiva y lo conoce agrega: “Traiga el celular, el manual instructivo, el cargador y una tarjeta del tipo y marca que le dijeron. No me llegue con una tarjeta diferente porque le convencieron que era igual o mejor”
Comienza Evelyn pacientemente a instruirlo, se asocian mamá y Leslie, su hermana menor, la que estudia leyes, solo falta Giselle, la más pequeña, que este año comenzará alguna carrera en biología.
Tontín está convencido que a cada una le pusieron un celular en la mano en el momento de nacer.
Ramón, jefe, padre, marido, proveedor de celulares y encargado de financiar sus costos y mantenciones hacía esporádicas y breves apariciones añadiendo enseñanzas y aclarando conceptos.
¡Tontín aprendió la ubicación, forma y usos básicos de la tecla “NAVI”!
¡Aprendió a bloquear y desbloquear las teclas!
Solo le falta saber como hacer y recibir llamadas.
Esta historia continuará…
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