lunes, agosto 04, 2008

Bubo de en la calle

Días atrás me toco ir en busca de pan y cecinas para la once. Llego al Supermercado y está lleno al parecer nos pusimos de acuerdos todos para venir a comprar. Saco número en la rotisería y para comprar jamón y queso había más de 100 números de espera lo que producía que al gritar un número aparecía más de una persona con el premiado. En la panadería lo mismo más de 100 personas peleaban por el pan que cuando salía a los 2 minutos desaparecía y vuelta a la espera tras una columna de gente que parecía interminable entre ellos yo luchando por un pancito desprevenido que pudiera echar a mi bolsa. En eso se me acerca una señora con cara de afligida y me dice: “me puede sacar unos pancitos, son diabética y no me siento bien”. No alcanza casi a terminar la frase cuando se desvanece alcanzando a duras penas a sujetarla. De toda la gente que había ahí solo 3 más un guardia nos acercamos a ayudar, el resto continuo con su indiferencia luchando por un pan.
La señora volvió en si pero muy mareada, balbuceando palabras con dificultad, en ese momento ella estaba sufriendo una descompensación de insulina (eso lo averigüe posteriormente de acuerdo a sus síntomas) el guardia le proporcionaba aire con un cartón mientras por radio pedía ayuda.
Como pude logre que me diera un teléfono de algún conocido, familiar, etc., donde avisar su situación. Marco el número balbuceado y me contesta un joven, le explico la situación; me comenta que es su mamá y que se encuentra en el supermercado con su padre el que debe estar en el auto, le pido información del mismo y me da color, marca y patente la que proporciono al guardia de el que no sabe que hacer con la información dada, para mi pienso el estacionamiento debe estar lleno cuanto tiempo demorare en encontrarlo, pero también pienso no importa lo voy a encontrar y parto lo más rápido posible a buscarlo.
Mi fe me hace pensar que si tu haces lo posible Dios hará lo imposible y como dice mi papá “Cuando uno esta bien con el caballero de arriba, este lo ayuda e ilumina”, y así fue salgo al estacionamiento echo un vistazo flash y ahí esta ante mis ojos en un rincón al fondo. Corro a donde el marido y con la mayor calma le explico que su señora se desmayo, el se intranquiliza e intenta salir a toda prisa, lo calmo y le digo “cierre las ventanas y el auto, ella esta bien”, intentando dar tranquilidad. Al entrar a la Sra. se la habían llevado a otro lugar al interior del supermercado a donde el guardia condujo al esposo. Llame nuevamente al hijo contándole que ya había encontrado a su padre y que a su mamá ya la estaban auxiliando que estuviera tranquilo, me dio las gracias y colgué, nada más podía hacer.
Volví a la fila del pan pero con el corazón alegre por haber ayudado a alguien, además aún quedaban números que esperar en las cecinas y al pan le faltaban 10 minutos para salir.